CONFLICTOS FAMILIARES

SOBRE: “LA TERAPEUTA”

En esta época, en nuestro país, una parte de la élite limeña ha formado un discurso psicológico/artístico en torno a un tema recurrente no resuelto: la relación padre/hij@. En la literatura tenemos ejemplos como “La distancia que nos separa” de Renato Cisneros, o “El cojo y el loco” de Jaime Bayly; en el teatro está Mariana de Althaus con “Padre nuestro” (2013) y, en una reciente producción de Sala de Parto, “La Terapeuta” (2019) de Gabriela Yepes. Analizaremos esta última obra de teatro.
Alejandra Guerra en "La terapeuta"
Foto (FAE Lima)
De acuerdo a la autora y dramaturga la pieza trata de una abogada especializada en Derechos Humanos, que practica yoga en sus ratos libres. Cierto día recibe una insólita propuesta: dictar un taller a cinco presos de la Base Naval del Callao, entre ellos a los líderes terroristas Víctor Polay Campos y Abimael Guzmán, a casi veinte años del fin del conflicto armado interno.
En realidad, lo que su obra nos manifiesta es el abuso que sufre esta mujer desde niña y que ansía dejar de tener miedo al padre; da cuenta del origen de su odio hacia la figura paterna producido por los malos tratos, el ninguneo, el abuso a un ser indefenso, como es una niña, y que se resuelve con un final inesperado. 
“La terapeuta” utiliza a estos guerrilleros como símbolo del mal, ese mal que simboliza el padre para ella. Y los terroristas son el sustituto que utilizará para enfrentarlo. La obra no trata de la reconciliación que tanto ha recomendado la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), a pesar de que se los menciona y hasta “conversa con ellos” al finalizar la obra, en minutos de despedida, pero son sólo el pretexto para perder el miedo a un monstruo, el padre.
Yepes no ahonda en las características personales de estos criminales –sean buenas o malas– para penetrar en ellos como humanos, porque trata con símbolos, “porque comprendí que ellos eran el mal”, como dice una de las líneas del texto. Por lo tanto, la directora no consigue “desdemonización del enemigo en el postconflicto” porque su objetivo no fue ese, a pesar de haberlo manifestado como una respuesta ante la pregunta de un asistente al término de la obra en la Alianza Francesa.
Incluso, habiendo leído las biografías, documentos, videos del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) en una preparación e investigación de cuatro años para la obra, no logra colocar en los personajes principales (Abimael Guzmán o Miguel Rincón Rincón) sus características personales más resaltantes para acercarnos a ellos “humanamente” y tratar de llegar a la tan nombrada reconciliación.
"La terapeuta" de Gabriela Yepes fue seleccionada 
por el Festival Sala de Parto 2017
Dice Yepes que no existe literatura de los personajes mencionados, sobre todo, de los más temidos. Sin embargo, en “La cuarta espada” de Santiago Roncagliolo (editada e impresa en el 2007) en las páginas 30-31 se describe la personalidad de Abimael en su niñez; y en las páginas 36-37 la de su juventud en la que se entrevista al catedrático Miguel Ángel Rodríguez Rivas, dando cuenta de su carácter, rendimiento intelectual y pensamiento abstracto. Otro destacado libro que debió tener en cuenta y que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la categoría de No Ficción es “Persona” (2017), de José Carlos Agüero Solorzano, historiador y activista de DDHH que realizó trabajos para la CVR en las zonas rurales. Como podemos ver, hay dos formas de presentar artísticamente el tema tan delicado que planteáramos al principio: la relación padre/hij@

Dice Agüero:
“Al ofrecer a mis padres senderistas al escrutinio público esperaba que, además de sus culpas, la imaginación sobre los que fueron como ellos cobrara densidad. Agregarle a su etiqueta de terroristas la compleja red de valores, racionalidades, motivos, afectos y decisiones que compartieron con generaciones progresistas. Pensar en ellos como sujetos políticos y no solo como expresiones del mal… hacer sus culpas humanas y, quizás por ello, más duras: al dejar de verlos como fanáticos manipulados…

Además, agrega que hay que:
…devolverles el dominio de su voluntad y que su responsabilidad moral se encarne. (tampoco es) un castigo del hijo sobre los padres…

Por lo que Agüero desea:
Establecer un lazo de cercanía o distancia que nos precaviera de un lenguaje cosificador, violento, estigmatizante, que sólo ha sabido reproducir el daño.”

Haciendo un paralelo con “La terapeuta” sentimos una obra con un lenguaje duro, cosificador y violento. Por ejemplo, cuando los terroristas han secuestrado al supuesto abuelo y los familiares se han demorado en la entrega del rescate, los emerretistas les envían la oreja del abuelo. ¿Qué clase de reconciliación puede pedirse recordando un martirio familiar? En realidad, el tipo de denuncia de Yepes consiste en comparar la violencia sufrida de la niña por el padre autoritario, maltratador física y psicológicamente, con la violencia terrorista sufrida en la guerra interna que llevan a un miedo paralizador, mutilador de sueños y que parametra a las personas.

Una mención aparte merece la participación de la actriz Alejandra Guerra en su manejo diestro de la simbología en los más de ocho personajes a través de toda la obra. La contraparte del uso de este recurso es que el espectador pierda en, no pocas oportunidades, la ilación de los acontecimientos.

ALGUNOS DATOS…
“La terapeuta” fue desarrollada en el curso de “Teatro y memoria” organizado por la Universidad del Pacífico y el Goethe-Institut Perú. Una primera versión fue seleccionada por el Festival Sala de Parto de 2017. Se hicieron dos lecturas dramatizadas en 2018. En 2019, Sala de Parto asumió la producción del montaje, el cual fue estrenada el viernes 30 de setiembre en la Alianza Francesa de Miraflores y participó del festival Sala de Parto 2019. La obra presentó dos funciones en el Centro Cultural PUCP el 11 y 12 de marzo pasado en el Festival de Artes Escénicas (FAE) 2020.

FICHA DE LA OBRA
“La terapeuta”
Dramaturgia y dirección: Gabriela Yepes
Asistencia de dirección: Ana Claudia Moca
Elenco: Alejandra Guerra y Daniel Willis
Diseño de escenografía: Gabriela Yepes, en colaboración con Luis Alberto León
Diseño de vestuario: Gabriela Yepes
Diseño de iluminación: Jesús Reyes
Diseño de sonido: Daniel Willis
Dirección de movimiento: Patricia Salazar y Angie Ferrero (asesoría en yoga), John Moreno y Andrés Sánchez Peralta (asesoría en capoeira)
Una producción de Sala de Parto

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