HUARAZ, NUEVE DÍAS (DE)MUESTRA (Parte IV)

XXVIII Muestra Nacional de Teatro Peruano
Escribe: KARLOS LÓPEZ RENTERÍA
Fotos: EDGAR PALOMINO - ANTARES (AYACUCHO) / ILLARI (HUARAZ)
 
 
VIERNES 29 – Las palabras y las cosas 

“Aprendiendo a volar” – Viajera del sur (Cuzco)
El espectáculo es un diálogo permanente entre escena y espectadores, con incidencia en la construcción del relato de una actriz.  Este es una variante del monomito de periplo de la heroína. Aquella estructura que modifica a la protagonista a través del devenir de su propio recorrido. 
"Aprendiendo a volar" de Viajera del sur
En este unipersonal, soportado por herramientas de narración oral, danza contemporánea y, por supuesto, un manejo de público envidiable, la variante está en que dicho monomito alterna la perspectiva del relato. Primero cuenta la madre y luego el hijo. El dispositivo de vídeo, ecran y el planteamiento lumínico contrapicado, dialogan con un proceso metafórico de dualidad: se narra y se actúa, se enuncia y se ve. Dentro de esto, la idea sombra, también se difumina y a veces se sale del marco. La sombra, la proyección del yo y que es el retorno al que aspira el espectáculo. “Aprendiendo a volar” tiene un interés sanador. La obra filtra máximas de urgente actualidad en la esfera pública y privada. La palabra adopta de modo invisible un perfil moralista que puede cansar a sensibilidades menos emparentadas con las modificaciones de estas incipientes sociedades postmachistas. Sin embargo, la obra busca, en este periplo, y quizá ahí su valor, un público que encuentre, a través de ella, una perspectiva de heroína que las represente.
 
“Kuntur Tusuy” – Aguas vivas (Huánuco)
La primera cualidad del actual espectáculo del grupo Aguas Vivas es la relación evolutiva de su poética vista en las Muestras Nacionales. No pude verlos en la Muestra de Tingo María, donde jugaban de locales, pero sí en Tacna, algunos años atrás. Doy fe de que esta obra prueba un crecimiento que debe señalarse. El espectáculo “Kuntur Tusuy” trabaja un proceso simbólico a través del pasaje de mundos. Esto afirma lo que venimos observando en esta Muestra: la presencia del subgénero mágico en la dramaturgia peruana de grupo, especialmente en sierra y selva.  En este pasaje, cuya prioridad es la delimitación de atmósferas, la luz comienza a usarse con mejor suerte que el sonido. Recordemos que el plano sonoro no solamente incluye la música diegética y extradiegética, sino también los modos emergentes del sonido, sus fugas y silencios. En el espectáculo de “Aguas vivas” ocurre otra cosa, el plano mágico se produce con mayores aciertos gracias a que la fisicalidad actoral orientada a la simbolización alegórica, es decir, verificable en un criterio estético precedente. En cambio, el dibujo del cotidiano no delimita sus valoraciones para garantizar el pasaje señalado. La nostalgia me hace pensar también en el tránsito tecnológico que da a la luz Led el lugar de lo mágico, aprovechando su textura artificial, mientras que el halógeno, ya fuera de fabricación, se destina al cotidiano. Pronto esa luz que señala nuestras ideas de lo real en escena, también habrán cambiado. ¡Cuiden sus tachos los que los tengan! El grupo deberá cuestionar su diseño escenográfico, pues hay momentos en que los actores usan objetos y luego miman otros sin que esto construya relato.

“Una hora bajo el puente” – Expresión (Huancayo)
Estudié secundaria en un colegio en cuyas aulas éramos más de sesenta, de los cuales catorce nos llamábamos “Carlos”. En la obra “Una hora bajo el puente” se reflexiona sobre esto. No solo la cantidad de “los Carlos” en el mundo, sino también como el tugurio reformula las condiciones de convivencia como en mi atiborrada fraternidad escolar.
La poética del grupo coincide con su nombre “Expresión”. La imagen y la palabra funcionan en un justo disociativo. En este binomio, el trabajo actoral es integrador a través de sus diseños plásticos y sonoros, fundados en la memoria grupal. Esto inquieta a quiénes hemos visto - leído previamente su trabajo y que encontramos relaciones a modo de saga. Del mismo modo que en “Mades Medus” mencionan a “Zoelia y Gronelio”, acá pienso en las coincidencias con la primera en la medida que Medus y Mades son actores y la propuesta actoral de “Una hora bajo el puente” es una variante de la Comedia del arte, esa forma teatral en la que los actores deciden la organización de la producción total y los beneficios de esta (siglos antes de la difusión de los conceptos de Creación colectiva). Otro punto de coincidencia es el diseño vocal, cuyas inflexiones, velocidades y texturas son ejecutadas con mucho acierto. Queda al grupo identificar si esto es propuesta o accidente, ya que no impide que su teatro suceda, por el contrario, permiten que la voz de María Teresa Zúñiga aparezca y se disfrute.
En esta dramaturgia, ni la acción central ni el movimiento periférico son tan importantes como la palabra en sí misma. La palabra convocante de múltiples rutas discursivas. A la dramaturga le interesa mapear el pensamiento universal y lo hace citando. En esta obra, las citas tienen mejor suerte que en otras ya que saben ocultarse y esperar el momento de aparición. Así, se multiplican las esferas de diálogo que van desde el capitalismo, nazismo y el apocalipsis tecnológico. Por un efecto de paronimia, observo que la palabra “Maus” (mouse) no solo es el ícono de computación (antepasado de dicho apocalipsis), sino también el adjetivo despectivo (hoy eufemista) de la corrupción. Pero se me antoja también vincularlo al “Maus” de Art Spiegelman, la novela gráfica que hurga a través del diálogo con la figura paterna, la experiencia de la persecución nazi a los judíos. El relato parte del presente para revisar el trauma de ese modo del apocalipsis que fue el holocausto. Spiegelman propone a las víctimas como ratas en su cómic. La aparición de esta novela gráfica en la cultura popular significó el triunfo del cómic como propuesta de arte. El éxito de venta inició la sobredimensión capitalista de lo que antes era un arte menor. En la obra de Expresión, estos humanos viven bajo el puente, refugio de ratas, impedidos de alcanzar el precio de alquiler de una guarida del subdesarrollo.
En la mesa anterior quedaron sueltas algunas ideas que, la obra de Expresión, me permite pensar. En esta obra se aborda, a través de la enunciación del transcurrir de sesenta minutos, el tiempo. Este en escena, se despliega y repliega, gracias al arte del actor que es quien produce la subjetividad de la expectación. Lo que no es subjetivo es el “tiempo de poto”, el aviso de la realidad interrumpiendo la ficción. La obra se alarga en su secuencia final y pensamos que ya acabó en un par de momentos previos.
Una obra tiene derecho a durar lo que su biología reclame y no debe ceder a las lógicas del Hit-radial. Pero también debemos ejercitar nuestro criterio para identificar, según nuestras lógicas de producción, cuánto soportan los universos de nuestras dramaturgias y conceptos escénicos. Esto podría evitar la polaridad de circuitos como el micro-teatro o los grandes festivales internacionales. Estos últimos exigen una duración superior a los setenta minutos e indirectamente generan la mirada paternalista y prejuiciosa de “menor” o “aprendiz” si es muy breve, “importante” si es largo,” aburrido” si supera las tres horas. Esto es discutible, claro que sí, ya que los tiempos (ya que hablamos de él) cambian. Miremos la experiencia de la novela en la narrativa mundial cuya hegemonía impidió que Jorge Luis Borges ganara el Nobel. Hegemonía que en nuestro país, subgénero del sentido común, privilegiando a Vargas Llosa por encima de Julio Ramón Ribeyro.

“Voces de Qalamaki” – Yawar Sunqu (Ayacucho)
Si, tal como indicó el grupo al finalizar su función, el espectáculo aún está en proceso, esta condición parece estar más cerca de la modalidad de work in progress que del espíritu procesal perpetuo que caracteriza a las obras de las Muestras. En el trabajo de Yawar Sunqu hay tejidos no acabados. La época mencionada en la ficción no se constituye y parece suceder hoy. Si esto es propuesta, deberán revisarse las fisuras que ocasiona, que un ícono del pasado emblemático de nuestra etapa independentista, intervenga en el Perú de hoy.  El trabajo actoral no conforma unidad y el diseño sonoro ahoga más que potencia el recurso. Hay picardía en la mirada de estas mujeres de lucha y espero que, en el afán de evolución, ese guiño hacia la representación de su sexualidad, también sea un terreno de independencia.

SÁBADO 30 – La crisis representativa

“Manuela” – Teatro del Susurro (Lima)
Inmediatamente después de la “Plenaria” en la que se designaron a los siguientes organizadores (de talleres, ediciones regionales y la nacional), se inició la última jornada. En el cansancio de las más de veinte obras vistas hasta el momento, “Teatro del susurro” exhibió el unipersonal “Manuela”, anclado en la tradición antropológica. La propuesta se sostiene por la fuerza actoral sumada a los intereses de atmósfera ritual que logran superar los inconvenientes de turno (estaban taladrando una pared al costado de la sala).  La actriz usa el espacio (la sala de espera de la DDC Huaraz, lugar de tránsito) de modo semicircular, sin embargo, nunca supimos cuáles eran los límites de este, por lo tanto, nuestra perspectiva parece extraviarse entre lo que vemos y no sabemos si debíamos ver.

“Días felices” – Artescen (Chiclayo)
El caso de Artescen es el de la producción de espectáculos a partir de la dramaturgia de autor no perteneciente a la compañía. Salvo una excepción de 2014 en que el grupo montó “Ata2”, ópera prima de su director Carlos Mendoza, el interés del grupo ronda los universos de dramaturgos “mundiales”, como es el caso del admirado Samuel Beckett.
Artescen conoce al dramaturgo irlandés y, esta vez, presenta “Días felices”, otra de las insignias en su producción. Seguramente, el mayor valor en la propuesta del grupo norteño, sea no caer en las sugerencias de manual absurdista, a la que se le ha intentado condenar al autor de “Esperando a Godot”. En cambio, apuesta por un extrañamiento que podríamos denominar “siniestro”. Esta mirada propone la instalación de un tiempo largo, sostenido, insoportable como presagio de algo que está por pasar o que, quizás, está sucediendo pese al disfraz del eterno feliz de nuestros días. Los actores, facilitan las intenciones estéticas del montaje, sometiéndose a los pensamientos espaciales y temporales que componen la propuesta. Sin embargo, la idea escenográfica debe mucho a un elemento que indica la dramaturgia: una mujer dentro de un montículo de arena. Artescen soluciona esto reemplazando el símbolo beckettiano por una mesa cubierta, pintada e iluminada a modo equivalente. La convención funciona los primeros minutos, y si somos generosos, podríamos estirar esa convención hasta el final del primer acto. Pero la extensión de los dos actos y la evolución del símbolo dentro de la dramaturgia reclaman que esa mesa deje de serlo y que, por los misterios que solo el teatro conoce, por fin veamos el montículo o la relación material de este con la mesa. El valor de la obra del grupo chiclayano radica, además, en proponer espectáculos que alteran la duración “estimada” en plataformas como la Muestra Nacional.

“Honorarios exitosos” – Molinos de viento (Lima)
La juventud de Molinos de viento nos acerca a una propuesta de dramaturgia breve y peruana, que enfoca la sátira política con un humor delicioso. Este subgénero que parece ser el eterno modelo de nuestras coyunturas nacionales encuentra en la propuesta del grupo que dirigen Miguel Torres y Érika Najarro, un modo refrescante gracias a que saben correrse de moldes precedentes. La mirada pornográfica del lugar del corrupto político es apabullada por un ritmo ágil y vertiginoso, que se sostiene gracias al trabajo actoral y diseño escenográfico, ambos de muy buena factura. Destaca, además, la apuesta por respaldar la obra en la actuación antes que en el símbolo. El vídeo se piensa no como la simple proyección, sino como un elemento que aporta a la construcción teatral. Sale de escena y vuelve a ella. Recordándonos que lo que sucede ahí, en el terreno de la simulación, es subsidiado desde afuera.

“Los fusiles de la madre Carrar” – Barricada (Huancayo)
Durante todos los días de esta muestra escuchamos comentarios alrededor de Bertolt Brecht.  En conversaciones informales, en las mesas de crítica, o incluso en escena, en la voz de Silvio Rodríguez. La figura del alemán es. para algunos, equivalente a la de Stanislavski. Por lo tanto, es también, el fantasma del que desprenderse en relación a las sugerencias morales que atraviesan las búsquedas estéticas propias, sobre todo, en un país del lejano tercer mundo, varias décadas después del momento en que se dieron sus reflexiones.

"Los fusiles de la madre Carrar"
de Barricada Teatro
Gracias a Barricada pudimos escucharlo del modo que más interesa: a través de su propia obra. Esta vez, el grupo dirigido por Eduardo Valentín, usaba la voz de Bertolt en un texto que el grupo ya conocía: “Los fusiles de la madre Carrar”. Este texto, que el alemán toma de la ópera “Riders to the sea” de John Millington, basada en un hecho histórico irlandés, se traslada en la versión brechtiana, a la guerra civil española. Recordemos que lo que estuvo en juego en España sedujo a Hemingway, Neruda y Vallejo. El aroma anarquista de la época invocada nos hace pensar en la tradición estética del mismo Valentín, quien poco caso ha hecho a los consejos de la burguesía teatral. Defensor de una propuesta grupal a costas de su salud, Eduardo piensa la escena en relación a su funcionalidad simbólica.
Alguna vez, esta obra, fue parte del repertorio del grupo. Ahora con actores más jóvenes, encuentra una frescura más acorde a las edades que plantea la dramaturgia textual. La técnica actoral, en sus posibilidades vocales y de movimiento, está al servicio de los usos simbólicos del espacio y los objetos escogidos.
Este puente (o pasaje) generacional del equipo Barricada, instala una mirada solemne de la escena que resquebraja varios momentos del espectáculo que, a pesar de estar ejecutado limpiamente, se debilita por la ausencia de humor de la tradición propia. Si Barricada ha llegado a la edad que tiene siendo norte de muchos grupos (jóvenes y no tanto) ha sido gracias a su fuerte presencia en las Muestras. Actitud y comportamiento que deben saludarse.

Cerrando la aurora

El grupo Illari, en calidad de organizador me invitó a formar parte de la Mesa Crítica de esta edición. Me acompañaron Luis Paredes y Mary Soto. Sin mayores complicaciones, las devoluciones sobre lo visto fluyeron inquietando la participación de los grupos nacionales en favor del diálogo saludable.
Cierre del Plenario
Quedan, entre otras, las interrogantes: ¿Cuáles son las condiciones técnicas que deben exigirse para los espectáculos?, ¿A dónde van los registros dramatúrgicos de lo visto en la Muestra?, ¿Ayuda al goce de los espectáculos ver cuatro (hasta cinco) espectáculos por día?
Saludo la presencia de jóvenes (en grupos mayores y, sobre todo, de grupos jóvenes) interesados en pensar el presente de las Muestras. Debatiendo y opinando. Pero aún noto timidez en la defensa de sus propios artefactos. La Muestra Nacional de Teatro de Huaraz ha servido para iniciar un camino que ojalá no se caiga. Se asoman nuevamente los años del esplendor e interés en esta fiesta que iniciara Sarita Joffré (cuya juventud no entendía de edades) hace más de cuarenta años, ya que el bicentenario (a la vuelta de la esquina) convocará como la miel a las hormiguitas (y moscas) en la deliciosa ciudad de Arequipa.

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