Power Off: cuando la lucidez llega en oscuras

¿Te acuerdas de los apagones de los ochenta o noventa cuando los niños todavía podíamos jugar sin juguetes ni pantallas o los adultos conversaban y reían de alguna anécdota curiosa y no de un meme? Imaginaba algo parecido en “Power Off”, pero no fue así. Es todo lo contrario. Es la cotidianidad de vivir enchufado o, como alguna vez oí, la tormentosa condición a la que hemos llegado: ser protéticos, al extremo de depender del voltaje para que todo marche con “normalidad”.
“Power off” irónicamente es encender las luces, llenar los enchufes, vivir con ese sonidito de estática constante en tu cerebro, la famosa vibración del bolsillo vacío, o con esas reacciones que reconoce tu cuerpo al instante como cuando se prende el televisor o la pantalla de una computadora fuera de alcance y de tu vista. “Power off” es una burla, sí, una burla crítica a nuestros días y es lo que lo hace importante. La obra es divertidísima pero también punzante y atrevida, que cuenta con más de diez personajes –aunque cinco principales– y mejor le damos vuelta, es decir, hablemos de los actores. Alejandra Bouroncle: incansable, divertida, ¡qué habilidad para cambiar de la seriedad al cinismo!, y de “Chriwilly” a la hija de un político. Carlos Casella: bien parado en cada uno de sus personajes todo el tiempo, en especial, en los giros dramáticos. Óscar Meza: se nota que está bien comprometido con lo que hace, no sólo en esta obra, su humor es puntual para lo que le demanda el personaje principal, tiene las marcaciones y actividades muy claras.
Úrsula Palomino: rescato especialmente su habilidad dialéctica, sus cambios de ánimo y sus represiones para interpretar los distintos roles. Claret Quea: Él mismo ya genera reacciones de soltura, humor y hasta fragilidad, o al menos sospechas de ello, lo que nos crea cierta empatía. La naturalidad de su interpretación está en consonancia a lo que se espera de su papel principal. En general, las actuaciones estuvieron muy bien llevadas, siempre en “ON”, incluso, en ciertos estereotipos o semi-imitaciones. Los actores sorprendieron por su capacidad instantánea de mutación, la agilidad para desplazarse, decir los textos y volver a ser los mismos. Y todo esto con agilidad y dinamismo, conducido por Renato Fernández, al igual que los recursos audiovisuales, la música y los tiempos. Irónicamente, otra vez, lo que me atrapó más no fueron las historias que a simple vista pueden parecer más trágicas, como el aborto o el rechazo a la homosexualidad o el machismo, lo que pega en verdad es el lenguaje y lo que se dice sin pelos en la lengua aunque con inteligencia humorística (mérito de Daniel Amaru). Más allá de las intenciones inconclusas, a nivel argumental, de Roberto y Renato, el presentador de televisión y el corresponsal en la obra, se nota un trabajo sólido y enérgico, necesario para nuestros días. Más que la tormenta electromagnética que se anuncia, que esperamos y no sabemos si la veremos (literalmente), el fenómeno que nos encauza y nos envuelve con distracción y congestión intelectual sensorial parte de adentro, de nuestras indecisiones, de la dejadez, de la obsesión y el rechazo a ver que se han incrementado con el vicio tecnológico y la necesidad de proyectar una imagen virtual fabricada digna del precio más alto.

Ficha artística
“Power Off”, creación colectiva con dramaturgia de Daniel Amaru Silva
Dirección: Renato Fernández
Elenco: Alejandra Bouroncle, Carlos Casella, Oscar Meza, Úrsula Palomino y Claret Quea
Lugar: Centro Cultural El Olivar (Ca. La República 455, San Isidro).
Las funciones van de jueves a domingo a las 8pm
Temporada: Del 16 de octubre al 23 de noviembre
Entradas: 30 Soles (general) y 20 Soles (estudiantes y jubilados),
Precios especiales para grupos: proyecto.poweroff@gmail.com

CHRISTIAN SALDÍVAR
Crítica Teatral Sanmarquina

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