“EL TEATRO ES UN ARMA PODEROSA QUE NOS TOCA COMO SERES HUMANOS”

Entrevista a ALEJANDRA VIEIRA
Autora y directora de “ESTE LUGAR NO EXISTE 

Ha sido un año auspicioso para Alejandra Vieira. Esta joven dramaturga y directora teatral de sonrisa grácil y ondulada inspiración ha estrenado “Este lugar no existe”, notable pieza dramática de su autoría, con merecido éxito. Este trabajo significó, además, el nacimiento de Onírica Teatro, productora independiente que fundara con su compañera Jhoselyn Bernal.
La dramaturga y directora Alejandra Vieira
Tras dos temporadas –una en Sala Tovar de Miraflores y otra en el Museo de Arte de Lima (MALI)–, este drama sobre esclavitudes contemporáneas y dolorosas indiferencias integrará la cartelera de obras peruanas en el Festival de Artes Escénicas (FAE) 2020. Antes participará en el III Festival Internacional de Teatro por la Interculturalidad (FITI) en Piura y Ayabaca. En esta entrevista, Vieira nos comenta sus aciertos y dificultades durante el montaje de “Este lugar no existe”. El más significativo –y el que, incluso, la llevó a cuestionarse como artista– fue cómo abordar una historia de abusos y violencia en la Amazonía desde Lima, una realidad opuesta, sin caer en paternalismos, estereotipos ni frivolidades efectistas. 

Al escribir, ¿sientes predilección por algún tipo de historias?
Me gusta contar lo que en ese momento siento que quiero contar. No me ha funcionado esa lógica de decidir sobre qué hablar. Me pasa, más bien, lo contrario: cuando tengo un tema que ronda mi cabeza, hace que lo escriba de inicio a fin. Para mí escribir es una búsqueda personal para encontrar respuestas de cómo proceder o cómo responderme a alguna inquietud. 

Entonces, ¿cómo llegas a esta obra?
Había empezado a escribir algunas líneas de lo que podría detonar en una obra corta, alguna comedia, quizá. Trataba de un hombre que buscaba los servicios de una prostituta y que, por coincidencia, era la primera noche de esta prostituta. La idea se quedó en mi cajón. No era algo que moviera, era apenas un borrador hasta que leí la noticia sobre el hallazgo de una fosa común con diez cadáveres de presuntos mineros ilegales asesinados para no pagarles. Por alguna razón, eso me perturbó mucho. No podía creer que en el mismo momento en que yo estaba viviendo mi vida sin sobresaltos, eso estuviera pasando en mi país. Me sonaba a una noticia antigua sobre personas desaparecidas. En esa misma época, en uno de los cursos de la maestría estaba investigando sobre comunidades amazónicas, y me había quedado enamorada de la forma en la que ellos ven el mundo. En paralelo, en otro curso había visto el tema de víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado. Creo que todo eso se mezcló en mi cabeza para que empiece a escribir esta historia. Empecé a cuestionarme cómo hoy en día esa realidad convive con nosotros en este momento como si nadie supiera nada, como si no existiera. 

¿Te fue difícil escribir sobre la Amazonía?
Uno de mis grandes temores y cuestionamientos como artistas era: quién soy yo, Alejandra Vieira, una limeña que ha ido a la universidad y tiene una serie de privilegios, para poder hablar de una realidad que no es mía, pero que es importante visibilizar. Sabía lo importante que podría resultar o lo catastrófico que podía ser si no lo abordaba con respeto y entrega para ponerme al servicio de la historia. Sirvió mucho “castear” a actores jóvenes (Yaremís Rebaza y Santiago Torres) para partir de un momento importante: la llegada a la adultez, etapa en la que tienes muchos sueños, esperanzas y expectativas. Hemos buscado una verdad desde ahí porque si bien no puedo decirte cómo piensan en la selva, como seres humanos pudimos entender qué nos hace iguales. Muchas de las líneas de la mamita de Julia –papel que interpreta Irene Eyzaguirre– suenan muy poéticas pero, en realidad, es por la cosmovisión amazónica tal cual. Conocer cómo ellos ven el mundo y compartir textos con los chicos e Irene [Eyzaguirre], entender la historia desde un lado más ancestral, ha hecho que lo tengamos como nuestro propio imaginario y no resulte distante. 

¿Qué tanto influyó el casting del elenco?
Queríamos que fueran actores jóvenes y que irradiaran ilusión y frescura. Invitamos a todos los actores jóvenes que conocíamos o habíamos visto en muestras y que se acercaran al perfil de los personajes para evitar ser irrespetuosos con la realidad a contar. A Yaremís [Rebaza] la había visto en una muestra de la universidad y no la conocía. A Santiago [Torres] lo había visto en “Vladimir”. 

¿Cuál fue el aporte de Irene Eyzaguirre?
Ella decidió apostar por nuestra propuesta de teatro independiente. Leyó la obra y se enamoró del texto. Irene [Eyzaguirre] es una actriz aguerrida, le da peso a la puesta, es como ver a alguno de los Yuyachkani en escena, y le hace un excelente contrapunto a la energía de los actores. Si se tratara de música, su presencia marcaría los graves porque los chicos (Rebaza y Torres) aportarían en un nivel agudo, de energía desbordante. 

Escénicamente, ¿cómo te manejaste entre la dramaturgia y la dirección?
Ha sido un trabajo complicado porque uno tiene una idea en mente cuando escribe. Como dramaturga trato de no poner en el texto qué elementos debe haber en escena. Eso me sirve porque no me da ataduras de cómo pensaba cuando lo escribía. Nos ayudó mucho que los actores se entregaran a un proceso previo de investigación antes de ensayar la obra tal cual. Queríamos ver cómo se iban a conectar en escena ambos actores –ellos tampoco no se conocían–. Empezamos a reunirnos desde abril, dos veces por semana, a conversar sobre el tema, a compartir noticias, textos de la Amazonía y escénicamente a jugar con elementos (sábanas y plásticos) que traía desde la dramaturgia aunque no sabía bien qué podía pasar. 

¿Qué tan desafiante fue pasar de una perspectiva circular en la Sala Tovar a una más tradicional como en el MALI?
Cuando gané la convocatoria de la Municipalidad de Miraflores, me ofrecieron la Sala Tovar que no era circular. Me decía qué bonito sería si el escenario fuera circular como para no generar una distancia entre los actores y los espectadores. Por eso lo hicimos así. Nos costó porque los actores tienen una forma de trabajo más frontal.
Cuando vinimos al Museo de Arte de Lima (MALI) no pudimos mantener eso por temas de Defensa Civil, pero como la función tiene que continuar, el montaje tuvo que adaptarse porque si no estaría condenado a desaparecer. Felizmente hubo que cambiar pocas cosas luego de 32 funciones. De todas formas hemos trabajado un poco para romper esa distancia con el público con los actores bajando del escenario.
 
"Este lugar no existe" participará de la III
Festival Internacional de Teatro por la
Interculturalidad "Despierta, acá estamos" 
La música es un elemento que le aporta personalidad a la puesta, ¿cómo apareció?
La música nos ayuda muchísimo. Yo lo tenía claro a nivel escénico como directora. Nos faltaba un detalle que nos ayude a hacerle comprender al público que en esta obra conviven dos planos: uno de narración secuencial: la historia de Julia y Ernesto; y otra más surreal e intermitente: cuando Julia habla con la mamita [Irene Eyzaguirre].
La música puede fracturar una atmósfera por otra distinta. Contacté a Andrea Martínez. Ella nunca había hecho música para una obra de teatro y le encantó la idea. Vino a ver la puesta y quiso incorporar elementos reales como tonadas de la selva, pero no queríamos quedarnos ahí, porque no se trata de una réplica, sino que la obra tiene mucho de fantástico y onírico. Quería que la música nos llevara por esos caminos sensibles. 

¿El montaje debió haber sido un proceso doloroso?
Luego del juego que nos ayudó a encontrar formas escénicas para contar la historia, nos tocó regresar al texto, y recuerdo clarísimo que cuando hicimos una lectura con los chicos [Rebaza y Torres] e Irene [Eyzaguirre] y llegamos al final de la historia... nos dejó tan tristes que nos hizo olvidar el plano de búsqueda de forma en el que estábamos. Siempre nos pasaba cuando llegamos al final. ¿Cómo podíamos sopesarlo? Cuando nos ponemos al servicio de la historia, sabíamos que la historia debía terminar así porque de otra forma, habríamos romantizado la pobreza o la esclavitud del siglo XXI. Como hemos sido un equipo unido, no hemos tenido un problema emocional al momento de montar las escenas. 

Desde Onírica Teatro, ¿cómo tomaron la noticia para participar en el Festival de Artes Escénicas (FAE) 2020?
Ha sido emocionante porque es un reconocimiento al trabajo realizado por Onírica Teatro. Jhoselyn Bernal y yo fundamos nuestra productora a raíz de este proyecto. Tenemos ganas de seguir trabajando juntas y de poner obras que pongan el dedo en algo que está pasando, en ser una provocación para hablar de lo que está pasando en la realidad. En 2020 vamos a estar en el Festival de Artes Escénica (FAE) y en el III Festival Internacional de Teatro por laInterculturalidad (FITI) de Piura y Ayabaca. Y ahora que acabamos nuestra segunda temporada [en el MALI] andamos buscando nuevos espacios para poder moverla al interior del país, pero como somos independientes primero debemos buscar auspicios. 

Finalmente, ¿sientes que el teatro es un medio efectivo para tocar temas más allá del simple entretenimiento?
Desde todos los ámbitos de la vida se debería tratar de construir una mejor sociedad. No sé si el teatro lo sea, porque hay otras áreas que tienen un impacto en la sociedad más directo. Sin embargo, creo que el teatro tiene la posibilidad de hacer pensar y cuestionar a las personas y también logra sensibilizarlas frente a algo sin necesidad de conocimientos previos. Es algo que nos toca emocionalmente. El teatro es un arma poderosa que nos toca como seres humanos. 

Texto / Fotografía: EDER GUARDA
Agradecimientos: MALENA GAMARRA

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