¿ANTITEATRO ABSURDO? VIGENTE
Sobre “LA CANTANTE CALVA”
“Siempre he pensado que la verdad de la ficción es más profunda, más cargada de significación que la realidad cotidiana. El realismo se queda corto con respecto a la realidad. La disminuye, la atenúa, la falsifica. Presenta al hombre en una reducida y extraña perspectiva. La verdad está en nuestros sueños, en nuestra imaginación”
Eugène Ionesco
¿Puede una
cantante ser calva y nunca aparecer en el escenario? ¿Puede una pareja de
muchos años de convivencia no saber nada el uno del otro y llegar a la
sorprendente conclusión que viven juntos por alguna razón? ¿Podemos estar
juntos por muchas horas hablando de cualquier cosa y sin comunicarnos
realmente? Si hasta aquí tu
respuesta ha sido afirmativa; te comento que hay una obra que fue escrita en el
siglo pasado y que nos reserva un espacio para nosotros, el sin sentido de la
vida y las relaciones personales: “La cantante calva” (1950) de Eugène Ionesco
(1909–1994).
José Gómez Ferguson, Omar del Águila, Joseph Palomino Fabiola Coloma, Santiago Giraldo y Cintia Díaz del Olmo |
Esta obra –una
de las primeras obras del autor francés de origen rumano–, muestra novedad, inteligencia y ruptura
con la lógica. No hay intriga lineal aristotélica, prefiriendo un volver a
empezar infinito. Se parodian
algunos procedimientos del drama moderno como el encuentro personal, el método
biográfico, la construcción de la ilusión del pasado en el memorable dialogo de
los Martin, quienes descubren coincidencias en sus vidas llegando a la conclusión
de que son marido y mujer.
El reloj inglés
del living inglés suena sin regla comprensible con desquiciadas campanadas
inglesas. La entidad psíquica de los personajes es indescifrable y un bombero
declara tener que marcharse porque debe apagar “un ardor de estómago”.
Para Ionesco
sabotear el sistema del lenguaje natural y el sistema del lenguaje teatral –que
mimetiza el natural a través del realismo lingüístico– es atacar en su centro
mismo el principio de realidad. El sabotaje al lenguaje verbal es una de las
herramientas fundamentales de su desarticulación de la ilusión del realismo.
El mundo es
absurdo porque posee un régimen de realidad absurdo, pero también lo es porque
la realidad burguesa ha devenido en algo trivial, irrelevante, frívolo: esto se
advierte en sus charlas y hábitos tontos, en su banalidad.
Son dos
visiones diversas: no hay sentido o, tal vez, exista un sentido o sentidos del
mundo, pero la historicidad social del hombre burgués les ha dado la espalda,
el hombre occidental vive ajeno al sentido.
Teniendo como
precedente a Antonin Artaud (1896–1946) en “El Teatro y su doble” (1938),
Ionesco bombardea las estructuras del teatro anterior, desintegrando las
estructuras del drama moderno ibseniano; opone al drama de tesis y observación
social y psicológica un “teatro-jeroglífico” que quiebra radicalmente el acceso
racionalista.
Singular e
innovador, este dramaturgo fue uno de los
exponentes del “Teatro del absurdo”. Heredero del estallido formal e ideológico
introducido por las vanguardias de la primera mitad del siglo XX (futurismo,
dadaísmo, surrealismo...), Ionesco sobresalió por su desenmascaramiento del lenguaje
como soporte de la realidad, su capacidad de fundación de nuevos caminos
poéticos y la potencia de su comicidad.
Junto a “La cantante calva”, otras de sus obras representadas son “La lección” (1950), “Las
sillas” (1952), “El rinoceronte” (1959), “El rey se muere” (1962), “Delirio a
dúo” (1962) y “Jacques o la sumisión” (1970), siendo su último trabajo
dramatúrgico el texto para la ópera “Maximilien Kolbe” (1988) compuesta por
Dominique Probst.
***
El término “Teatro
del absurdo” –atribuido al crítico literario húngaro Martin Esslin– surgió como
una forma de mostrar la extrañeza que genera en el público acostumbrado a ver
un teatro más realista y en relación a lo absurdo de la existencia que está
presente en lo profundo de su planteamiento. Además de Ionesco,
pueden considerarse como representantes más importantes del “Teatro del absurdo”
a Samuel Beckett, Alfred Jarry, Harold Pinter, Jean Anouill, Jean Genet, Arthur
Adamov y Fernando de Arabal. A partir de ellos, el teatro deja de ser el que
era para replantear su lenguaje y formas.
Movimiento de
vanguardia, especialmente al introducir las obras de un solo acto, los autores
del “Teatro del absurdo” utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el
non–sense y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y la
alienación humana.
"La cantante calva" en el Club de Teatro de Lima |
En su momento, Ionesco
consideraba más adecuado el concepto de “antiteatro”, pues su propuesta iba más
en el sentido de enfrentar las estructuras anquilosadas y viejas del drama
moderno para dar cabida a un teatro que –desde lo lúdico, la palabra como
experiencia, como acción escénica– pudiera reflexionar sobre la condición del
ser humano.
Tras la posguerra,
se vive un ambiente de angustia y crisis existencial cuya mayor expresión se refleja
en la forma de ver las funciones comunicativas y representativas del lenguaje
desde las artes; mostrando la condición precaria del individuo en medio de la
sociedad de masas y los totalitarismos. Las leyes y
valores universales parecen haber desaparecido. El hombre está perdido, todas
sus acciones se transforman en algo falto de sentido, absurdo, inútil. En la
actualidad, a pesar del acto de fe que realizamos los seres humanos ante la
idea de progreso, la “sociedad de la información” parece haber vuelto a esta
etapa de posguerra que fue el germen del “Teatro del absurdo”.
Dicho esto, el Club de Teatro de Lima tiene a bien presentar esta obra en corta temporada. Fundado
por Reynaldo D’Amore hace 64 años, además, de ofrecer cursos de teatro y
oratoria para diversas edades, se ha propuesto sostener una propuesta cultural.
Tan así que
desde hace buen tiempo la sala se ha convertido en un espacio de actividad
escénica permanente con una propuesta artística variada y asistencia asidua del
público general. Debo confesar que me llamaba la atención cómo sería presentada
una obra que suele ser llevada a escena de miles de maneras; a cual más loca y
desenfadada.
Históricamente,
el Club de Teatro de Lima se ha caracterizado por propuestas más tradicionales y
conservadoras, realistas. Grata fue mi sorpresa al encontrar que, en primer
lugar, el “Teatro del absurdo” y específicamente “La cantante calva” estaban
más vigentes que nunca.
Paco Caparó dirige "La cantante calva" |
Sin demasiada
parafernalia, con mucha creatividad y sapiencia, Paco Caparó, su equipo
artístico y técnico nos trae una obra en la que nos vemos cada vez más
reflejados. Si antes podía resultar disparatada y polémica; hoy “La cantante calva” se ha vuelto realidad.
El visionario genio
de Ionesco no pudo haber leído mejor el futuro que nos esperaba al doblar la
esquina. En una sociedad en la que parece que no hace falta nada para comunicarnos
mejor (celulares, aplicativos como Skype o WhatsApp, laptops y toda esa descendencia), estamos más
comunicados, llegando al paroxismo de la pos-verdad (distorsión deliberada de
la realidad).
Y lo más
extraordinario es que ya no importa cómo se lo represente a Ionesco, su verdad
ha trascendido los tiempos y formas, instándonos permanentemente a reflexionar
sobre nuestra mortal y humana condición. Tal vez en
busca de ese sentido de la existencia; el autor colaboró en su último trabajo
como dramaturgo con la ópera “Maximilien Kolbe”, la historia de un hombre
que encontró sentido a su vida al darla por otro; como, de alguna manera, se
refleja también en “La cantante calva” cuando el sentido se busca en la acción
de mantenerse unidos a pesar de todo.
FICHA DE LA OBRA
“La cantante calva” de Eugène Ionesco
Dirección: Paco
Caparó
Elenco: Santiago
Giraldo, Fabiola Coloma, Cintia Díaz del Olmo, José Gómez Ferguson, Omar del
Águila y Jhosep Palomino
Temporada: del
14 de abril al 27 de mayo
Funciones: Sábados
a las 8pm los y domingos a las 7pm
Lugar: Club de Teatro de Lima (Av. 28 de julio 183, Miraflores)
Entradas: S/.
25 (General) S/. 15 (Estudiantes)
Entradas a la
venta en la boletería del Club una hora antes de función
DAISY SÁNCHEZ BRAVO
Crítica Teatral Sanmarquina
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