LA VIDA PRIVADA COMO EFECTO DE LA IDEOLOGÍA SOCIAL

Sobre: “LOS PERROS

La obra presenta a una familia constituida de acuerdo al discurso ideológico de una sociedad que, de antemano, y a expensas de su propia existencia, ha determinado sus narrativas tanto en el núcleo familiar como en el trabajo y en sus relaciones sociales. Toda la obra no es más que el síntoma de dicho sistema en el seno familiar. Será la voz de un mendigo el desencadenante que resquebrajará la aparente comodidad de una familia feliz.

 Elenco de "Los perros": Diego Lombardi,
Emilia Drago, Augusto Mazarelli
y Grapa Paola.

La mesa servida, los platos y las copas de vino. La cena de una familia en el cumpleaños número 40 de la nuera. La imagen se asocia con la vida de una familia feliz que depende de pasar juntos, y con el placer de comer y beber vino. Sin embargo, las primeras palabras de los personajes ya son sintomáticos de una familia rota. 
La madre habla de la muerte de una vecina, y el padre no deja de hablar de sus perros. ¿Por qué no hablan de sus vidas? El desplazamiento afectivo hacia los perros de parte del padre nos revela su modo de ser y de relacionarse con su hijo: una relación carente de afecto. Para el padre, los perros son su vida; el hombre relata toda una genealogía de sus perros. Asimismo, la madre lo hace con la muerte, que nos revela también su modo de ser y de relacionarse con los demás, algo que más adelante ya estaremos desarrollando.
La aparente familia feliz empieza a desmoronarse cuando adviene lo prohibido: hablar de la situación problemática que late. El hijo, Rodrigo, le reprocha al padre por su cariño a los animales y su frialdad hacía él y su familia, por su incapacidad de amar.
En suma, el padre, como consecuencia del desplazamiento del afecto que realiza, se gana el desprecio del hijo y la de su mujer, quien, literalmente, le desea su muerte —no en vano habla de la muerte de la vecina. Pero, ¿por qué el padre es incapaz de mostrar afecto hacia su familia? ¿Por qué desplaza ese afecto hacia sus perros? La respuesta la encontramos en las palabras del propio hijo: “Te tuviste que inventar un mundo con los animales porque no aguantas el de los humanos”. La pregunta que surge es ¿por qué se inventó ese mundo para escapar el de los humanos? Habría que analizar la posición subjetiva[1] de Emilio.
La subjetividad, como la define Gonzalo Portocarrero, sería el espacio de articulación entre lo biológico-pulsional y lo simbólico. Eso quiere decir que el ser humano es efecto de la articulación tanto de lo orgánico como de las significaciones sociales.
El hombre viene al mundo y habita un lugar que ya está estructurado de acuerdo a un discurso ideológico que lo constituye. 
Ahora bien, ¿bajo qué discurso ideológico está estructurado la sociedad en la que viven los personajes de “Los perros”? ¿De qué realidad humana escapa Emilio? ¿Realmente escapa, o se inventa un mundo de perros para sostener su existencia en la estructura social que habita? Zizek, respecto a la ideología, sostiene que se basa en dos fundamentos: el ocultamiento del discurso y la racionalización de los profundos motivos del sujeto.
La estrategia sería, primero, la constitución de deseos en el sujeto de acuerdo al discurso ideológico y, segundo, a partir de esa posición subjetiva, el ocultamiento de los materiales condicionantes. El enmascaramiento no se daría en el plano de la realidad, de los materiales condicionantes, sino en la subjetiva, en los motivos más profundos del sujeto. ¿Cuáles son los materiales condicionantes en la estructura social en la que viven los personajes? ¿Cuál es la racionalización, los motivos más profundos del padre? Byung-Chul Han sostiene que, en la actualidad, siglo XXI, vivimos en una sociedad de rendimiento; de un cambio paradigmático de la sociedad disciplinaria, el del deber, a la de la sociedad de rendimiento, el del poder. Esto como efecto de continuidad, exacerbación, de la producción de los grandes capitales. “La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber” (Han, 2012, p. 27). Así, el discurso ideológico de la sociedad de rendimiento constituiría el sistema de la estructura social del lugar que habita el sujeto. En nuestros personajes de “Los perros, los materiales condicionantes, desde el trabajo, los servicios higiénicos, los restaurantes, las tiendas, la familia, etc., por tanto, las relaciones humanas, estarían constituidas de acuerdo a ese discurso. Asimismo, en esta estructura social, devendría el sujeto de rendimiento bajo el paradigma del poder hacer.

La obra de Nelson Valente (Argentina)
se presenta en el 
Auditorio Británico de Miraflores

El sujeto de la positividad, como lo son Laura y Rodrigo. Ante la pregunta del padre de cómo están, Rodrigo responde, tanto por él y Laura, que bien, cansados, con mucho trabajo; el padre finaliza: “Mejor que sobre y no que falte”.
Han menciona también que los efectos de la sociedad de rendimiento serían las enfermedades neuróticas, por exceso de positividad, de trabajo. Que la madre sea medicada, que el padre cuál psicótico viva en su mundo ideal de perros, y los deseos hostiles reprimidos de los personajes, no serían más que el síntoma de la sociedad de rendimiento que menciona el autor.
Así, las motivaciones más profundas de nuestros personajes estarían constituidas de acuerdo al discurso mencionado, y, en consecuencia, también su visión sobre la realidad. La realidad que habitan, efectivamente, es la de la sociedad de rendimiento, la que dictamina tanto sus vidas privadas como públicas, cómo deben relacionarse, cuándo deben comer y cagar, como bien Laura se pregunta en contraposición a dicho discurso: “¿Quién me dijo a mí que esta es la única posibilidad?”. 
Sin embargo, ¿por qué han permanecido tanto tiempo dentro de esa realidad fantasmática? Los personajes saben la realidad en la que viven, sin embargo, viven como si no lo supieran, como bien se puede leer en las palabras de Emilio: “Entiendo esto que les pasa... Yo también me cansé un par de veces en la vida y me dio ganas de dejar todo e irme a la mierda, borrarme, desaparecer”. La cuestión no está en saber o no saber, o aparentar no saber, sino en hacer, en las prácticas sociales concretas.
Recordemos que la estructura social que habitan, y sus motivaciones más profundas, están constituidas de acuerdo al discurso de la sociedad de rendimiento. 
¿Por qué no pueden cambiar sus vidas? Pues, sus visiones sobre el mundo están ordenadas de acuerdo a ese discurso. Todo lo que ven está naturalizado. En este punto será clave, para resquebrajar la comodidad de la familia, la voz del mendigo, que introduce, a través de Laura, un nuevo discurso que se contrapone al de la sociedad de rendimiento.
Tanto Emilio como Rodrigo se inventarán toda una serie de adjetivos para descalificar al mendigo. De esa manera, a partir de la negación, intentan reafirmarse en el discurso de la sociedad en la que viven. Sin embargo, antes que el mendigo, quien introduce ese nuevo discurso es Alicia. La diferencia con la voz de Alicia, que universaliza, es que el del mendigo singulariza, y, por tanto, los confronta con su propia existencia. Alicia es quizá la que no confronta ni se rinde ante la presión de la sociedad, solo ha aprendido a sobrevivir en la realidad fantasmática, junto con sus pastillas, y sus temas de muerte.
En cambio, Emilio, sí se inventa un mundo de perros, pero sin negar la realidad fantasmática que habita: niega lo que no le gusta y se inventa un mundo, y acepta lo que lo mantiene vivo, la ideología de la instancia económica. Mientras que la vida de Laura y Rodrigo, ya estaba sobredeterminada por la ideología social. Ahora, a partir de la voz del mendigo, todos se van a jugar la posición subjetiva de sus vidas. Pero, ¿qué significa que el mendigo haya introducido un nuevo discurso? La voz del mendigo significa que Laura debe buscar un modo de vida diferente al que lleva, puesto que su situación actual ya no es soportable de ser vivida. Por eso Laura se cuestiona sobre su vida, su trabajo, sus 40 años, qué debió haber hecho y qué no, etc., y a través de ella Rodrigo.
La voz los confronta con su propia existencia, con su estar en el mundo; asimismo, funciona como el dispositivo de desvelamiento de la visión alienante de los personajes. Párrafos arriba se ha mencionado la definición de la subjetividad de acuerdo a Gonzalo Portocarrero, que era un espacio de articulación de lo biológico-pulsional y lo simbólico. Ahora, lo biológico-pulsional de Laura y Rodrigo, incluso de Emilio y Alicia, tomarían una nueva dirección, la de su articulación con un nuevo discurso que viene de parte del mendigo. Los personajes se juegan su posición subjetiva entre el discurso ideológico de la sociedad de rendimiento y el del mendigo. El final de la obra resulta ser gris, agrio, amargo, sobre todo para Laura. Son cuatro subjetividades que, consciente o inconscientemente, luchan por imponer al otro sus deseos: Emilio entre sus perros, la ideología social y el posible amor hacia su familia; Alicia entre el sobrevivir a la ideología social y el de vivir la vida que siempre deseó; Rodrigo y Laura entre el discurso social y el del mendigo. Solo en un mundo ideal todos cumplirían sus deseos, que sería totalmente alejado de la realidad, ya que realizar el deseo de uno es negar el del otro. La obra, en ese sentido, representa una realidad con sus sabores y sinsabores. 
En relación al texto, se puede apreciar desde dos modos: conversacional y dialógico. Según Sarrazac, si un personaje no defiende un punto de vista y no busca obtener nada del otro, lo que hace es conversar. Desde el principio hasta antes de que hable Laura sobre lo que le dijo el mendigo, no hacen más que conversar sobre la muerte de una vecina, los perros, la torta, el vino, etc., no sostienen un punto de vista, saltan de un tema a otro. Se podría decir que Emilio, en relación a los perros, sostiene un punto de vista, sin embargo, más que hablar, es hablado —en todos los cumpleaños repite de manera automática el tema de sus perros. Por otro lado, en el modo dialógico, como apunta el autor, lo que hace un personaje es sostener un punto de vista y obtener algo del otro.

Desde que Laura habla sobre lo que le dijo el mendigo hasta el final, si bien Emilio y Alicia balbucean —aunque en cierto punto dialogan entre ellos en relación a sus vidas maritales—, Laura y Rodrigo sí dialogan, ya que sostienen un punto de vista y buscan obtener algo del otro: la de ordenar su existencia a partir de la voz del mendigo y que sea reconocido por el otro. En el segundo modo, habría una hibridez entre el modo conversacional y dialógico. Desde este punto, el texto es contemporáneo. En la puesta en escena, si bien la escenografía es realista, al igual que el vestuario, la utilería y la iluminación (aunque este último varía según la situación), y la dirección de actores bajo el código naturalista, y a pesar del microcosmos que se crea por la línea imaginaria de la cuarta pared, por la disposición del espacio real y la escenografía de laterales, se mantiene una cercanía de cuerpos vivos entre los espectadores y los actores. 
En esta disposición espacial del escenario, la dirección equilibra bien la acción de lo que ocurre en la mesa y en el sofá, frente a frente. Asimismo, los espectadores se confrontan con dos realidades: con la obra representada y con la mirada del otro espectador. Hay un ver directo y otro mediado a través de los ojos del otro espectador: el espectador puede ver las reacciones de los actores y las reacciones a esas reacciones de los espectadores que están al otro lado del escenario.
En relación a las tres áreas del salto ontológico del cuerpo cotidiano del mundo real al cuerpo poético del acontecimiento teatral: a) “la de los entes en la realidad cotidiana, b) la de los entes de la realidad cotidiana afectados por el régimen de la diferencia y c) la manifestación de una nueva forma y, a través de ella, del nuevo ente poético” (Dubatti, 2016, p. 67), si bien se produce el tercer momento, el del ente poético, sin embargo, el acento de las voces extranjeras (una actriz argentina y otro actor uruguayo), la marca de Plaza Vea en el escenario, la referencia a la moneda argentina (200 pesos), nos remite de nuevo al plano de los entes de la realidad cotidiana. Aquí se confrontan dos realidades, entre los entes de la realidad cotidiana y los del microcosmos teatral, entre el cuerpo natural y el poético, entre los actores y los personajes. Los padres con acentos extranjeros, y el hijo y la nuera no. Cabe preguntarse, ¿es una obra argentina en Perú o es una obra argentina adaptada a la realidad peruana, o es una hibridez? Si fuera el último caso, por lo mencionado líneas arriba, sería una contradicción.
Sin embargo, la producción de la poíesis teatral que marca una distancia con la del mundo real, hace que las dicotomías mencionadas se pierdan en dicho acontecimiento teatral. Todo ello gracias a la dirección y al buen trabajo de los actores, y a la excepcionalidad del acontecimiento teatral, sobre todo en las partes de intensidad en la recepción, como cuando Laura y Rodrigo defienden su punto de vista, cuando Rodrigo confronta a su padre, cuando Emilio defiende su mundo ideal de perros, cuando Alicia confronta a Emilio, o simplemente cuando Alicia solo atina por sentarse y poner cara de desprecio, etc. Cabe mencionar que las intensidades en la recepción dependen de la excepcionalidad del acontecimiento teatral.
Por último, cabe la pregunta: ¿qué significa la puesta en escena de “Los perros” –una obra argentina en el Perú actual? ¿Cuál es su relevancia histórica en la realidad peruana? Como se ha mencionado párrafos arriba, la estructura social que habitan los personajes es la del discurso del sistema neoliberal. 
En ese sentido, Argentina y Perú comparten la misma ideología del capitalismo. Los peruanos, en tanto que habitamos una sociedad configurada de acuerdo al discurso neoliberal, desde el 93 hasta la actualidad, somos tanto así como los personajes. Habitamos una sociedad que está constituida de acuerdo a dicho discurso, y, a la vez, nos constituye y configura nuestra visión sobre la realidad.
Con la obra, de alguna manera, uno termina identificándose con los personajes, y quizá, tanto así como la voz del mendigo atraviesa la racionalización de los motivos más profundos, y por tanto, de la realidad fantasmática de la de los personajes, también suceda lo mismo con los espectadores.
Sin embargo, como sostiene Portocarrero, si lo simbólico encuentra resistencia es precisamente en lo biológico-pulsional, dependerá de la subjetividad de cada espectador, de la singularidad del acontecimiento teatral y de la experiencia estética, si la voz del mendigo los confronta con su existencia o no.

FICHA DE LA OBRA
"Los perros" de 
Nelson Valente
Dirección: Sergio Paris
Elenco: Emilia Drago, Augusto Mazzarelli, Grapa Paola, Diego Lombardi
Productor ejecutivo: Pedro Iturria
Lugar: Calle Bellavista 531, Miraflores - Auditorio Miraflores Británico
Fecha: del 31 de marzo al 8 de mayo
Horario: Viernes, sábado y lunes a las 8:30pm y domingos a las 7:30pm
Entradas: S/ 55 (General), S/ 45 (Promo Dúo), S/ 35 (Jubilados) y S/ 30 (Estudiantes) en Joinnus y boletería del teatro
Un montaje de Break producciones
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Bibliografía
Dubatti, J. (2016). Una Filosofía del Teatro. El teatro de los muertos. Unidad ejecutora Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro”.
Han, B. C. (2012). La sociedad del cansancio. Herder Editorial, S. L.
Portocarrero, G. y Kimadina, J. (2001). Modelos de identidad y sentidos de pertenencia. IEP Instituto de Estudios Peruanos.
Sarrazac, J. P. (2013). Léxico del drama moderno y contemporáneo. Toma, Ediciones y Producciones Escénicas y Cinematográficas, A. C.
Valente, N. (s. f.). Los perros. (s. ed.)
Zizek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI Editores, S. A.

 

GODO LOZANO RUIZ
Crítica Teatral Sanmarquina



[1] Si bien el personaje no es real, no tiene psicología, con el concepto de subjetividad solo se realiza un acercamiento a la noción de sujeto a partir de las características descritas en la obra.

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