XXX MUESTRA NACIONAL DE TEATRO PERUANO (Día 1)

Han pasado 50 años desde que una jovencísima y activa Sara Joffré fundara la I Muestra Nacional de Teatro Peruano (MNTP). Era 1974 y, al intentar responderse si realmente existía el teatro peruano, la directora, dramaturga y crítica de teatro terminó abriendo una caja de pandora casi por casualidad. Y para bien.

La XXX Muestra llegó al Centro Social
de la ciudad de Huacho
La reciente muestra es la edición XXX y, aunque respeta el designio de su fundadora, ha alcanzado autonomía y personalidad propias. Los cargyuoc, grupos encargados de su organización, garantizan que las muestras viajen por todo el país. Esta vez, la cálida y heroica Huacho recibió a 29 agrupaciones teatrales del interior. El grupo de teatro Patas de Palo demostró ser un carguyoc a la altura al cubrir la logística necesaria para realizar las funciones en tres sedes distintas: el Centro Social de Huacho, la facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión (UNJFSC) y el colegio San José de los Hermanos Marianistas.
De más está decir, la gentil atención brindada a las delegaciones, los críticos de teatro y a los reseñistas de nuestra página que viajaron desde Lima a cubrir el evento. Si Joffré viera la fiesta cultural en que se han convertido las MNTP, se alegraría enormemente. Que continúe la fiesta hasta su centenario. 

“GRITOS DEL PUEBLO” – Aguas Vivas (Huánuco)
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La propuesta inaugural de la muestra trajo a escena una situación dolorosamente familiar: los conflictos sociales. Apremiado por una sequía, un poblador moviliza a su comunidad para buscar alguna solución del gobierno, pero, como en la vida real, su clamor se pierde en la soledad del campo mientras la ayuda parece no llegar.

El montaje se desarrolla entre la alegoría y el realismo, ejes que no confluyen en escena. Por eso, cuando aparecen dos entes como el Hambre y la Miseria, en ausencia del campesino, la teatralidad fluye con imágenes poéticas, y universales, aunque es abruptamente interrumpida por los reclamos del comunero.
Hay escenas corales, coreográficas y un juego de máscaras que deslizan buenas reflexiones sobre la pésima administración de los recursos o la mala distribución de la riqueza. Y, aunque la protesta es razonable, no es de extrañar que más propuestas agiten la bandera de la justicia en medio de tanto cobarde terruqueo. 

“ATRAPADOS” – Kawsay Teatro (Junín)
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Este texto de la autora María Teresa Zúñiga presenta a tres hombres en trajes oscuros y zapatos –a excepción de uno– inmersos en un lugar extraño y brumoso del que buscan salir, aunque sin mucha suerte.

Esta imagen ambigua desprende una sensación claustrofóbica y asfixiante que impregna el montaje de inicio a fin. Los actores –tres jóvenes comprometidos– exhibieron una notable destreza física y coordinación al realizar malabares creando imágenes poéticas. No obstante, debe cuidarse un poco la gestualidad, a veces, excesiva, y las voces un tanto desbocadas para acentuar las diferencias entre los personajes y no caer en la caricatura.
A pesar del excesivo empleo del humo, algo que se debe moderar, la buena sonorización e iluminación bastó para conseguir la atmósfera de demencia. Buenos apuntes que aprovechó el director Françoise Benjamín para llevar a escena un reto escénico con un inesperado y revelador desenlace. 

“LA MADRE” – Gallito de papel (Arequipa)
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En esta muestra no podía faltar la presencia de su reconocida impulsora. Así, vimos “La madre”, texto de Joffré que, en manos, cuerpo y alma de Pedro Herrera, su solitario intérprete, cobró un significado sublime, emotivo y, sobre todo, vigente al exponer la precariedad y marginalidad en la que el arte suele abrirse paso.

No en vano, el héroe de esta historia subversiva es un artista venido a menos, un travesti entrado en años, y, por si fuera poco, un padre forzosamente ausente. Esta noche, sin embargo, su hijo ha venido a verlo actuar. En lugar de guardar discordias, este hombre se alista a afrontar, con valentía, cordura y cinismo, los prejuicios sociales.
La propuesta íntima se acompaña de la indomable luz de una vela, una musicalización perfecta para nostálgicos y un trabajo solvente de la utilería. Y es que, a veces, los dramas más genuinos ocurren poco antes de salir a escena en esos viejos camerinos en los que aún es posible imaginar las miradas cómplices de un público que espera.

“LAS DOS FRIDAS” – Mueca Teatro (Chiclayo)
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La escenografía saturada de “Las dos Fridas” se asemeja mucho a un lienzo. Y no cualquier lienzo, sino uno de Frida Kahlo, quien irónicamente apenas vendió una obra en vida. En ese enigmático cuadro aparecen las dos versiones de ella mismo que finalmente aparecieron en el cuidado montaje del experimentado director José Atto.

La propuesta estética (utilería, vestuario y escenografía) y técnica (iluminación y música) se robó la atención del público. Y, si bien la dramaturgia es extensa y redundante, Perla Cortez y Karina Nizama lograron entrar en la piel y personalidad de Frida para compartir sus fracturas espirituales, emocionales y físicas sin distracciones ni sentimentalismo.
Ambas actrices recrearon momentos de su vida en tono de confesión y protesta con escenas de texto o danza. En esta lograda ambientación de flores y colores mexicanos no podía faltar La Muerte –una Katrina bajando las escalinatas– que podría anticipar todas las desgracias que esta artista pudo ocultar en sus trazos.

“PIRIN PIN PIN Y SUS HISTORIAS” – Muchik (Yurimaguas)
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Este montaje fue un buen ejemplo de cómo apreciar y disfrutar del teatro de títeres a cualquier edad. El maestro Alberto Sánchez en complicidad de sus amenas marionetas (Pirim Pin Pin el payasito, la bailarina y el “español” Eloy Joy Joy) ponen a su audiencia a cantar, aplaudir y, si quisieran, también a bailar en el recinto.

En poco más de una hora de función, sus dos historias didácticas nos hicieron recordar que las enfermedades se pueden evitar con un poco de agua y jabón o que podemos aprender una valiosa enseñanza con una canción de buenos amigos. Aunque el código de humor es reiterativo y, por ratos, pícaro, funciona para los grandes y también para los más pequeños. Y lo logra con personajes valientes, torpes, egoístas o perversos, rasgos que reflejan a la humanidad tal cual. Este montaje –la función número 2500, a decir de su autor– ha envejecido con desenfada vigencia y con la agradable sensación de que cada público que lo ve espera siempre una aventura titiritera más.

Agradecimientos: FRITZ OSTOLAZA (Patas de Palo Teatro)
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Revisa más detalles en la página de FB de la XXX Muestra

EDER GUARDA
Crítica Teatral Sanmarquina

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