El negocio desde dentro
Acerca de "Tragafortuna"/ Escrita por Ángelo Condemarín, dirigida por Ernesto Barraza
¿Somos enteramente dueños de nuestras acciones? ¿Cuánto de lo que creemos que decidimos no ha sido anticipado ya en una hoja de cálculo? Es propio de los actuarios y otras mentes matemáticas el calcular nuestros patrones de comportamiento y arrojar estimados de, entre otras cosas, a qué edad nos moriremos. Los casinos y, más recientemente, los aplicativos de apuestas en línea, plantean al usuario un escenario en el que tiene control sobre cuándo, qué cantidad y bajo qué modalidad apostar. Es un planteamiento estruendoso y de colores brillantes. Solo debemos tirar de la palanca para embarcarnos en un sin fin de posibilidades en la que difícilmente consideramos la posibilidad de perder. ¿Cuánto de nosotros estamos jugando ahí? ¿Hasta qué punto podemos pensar que estamos por encima del sistema del azar?
Durante Tragafortuna, la máquina tragamonedas toma un rol similar al de sus contrapartes humanas - es un aliado de los jugadores en su misión de lograr el premio mayor del casino. El acto de apostar se presenta como un flujo de acciones en el que máquina, dinero y jugadores perpetúan el ciclo de la ludopatía. No tanto como un acto aislado producto de la enfermedad de un individuo, sino como parte de una industria que mueve grandes cantidades de dinero y, de igual modo, apostadores. ¿Cómo son todos estos elementos puestos en acción?
El proceso de apostar generalmente consiste en que un jugador introduce dinero a una máquina, espera un determinado resultado y recoge una boleta, si resulta ganador. Sin embargo, esta es una forma un tanto limitada de entender el proceso. Es verlo desde la perspectiva del jugador, del actante humano. Es precisamente esta perspectiva la que acompaña la narrativa de supuesta habilidad y conocimiento empírico que brilla en los sitios de apuestas. Sin embargo, enfocarnos en la perspectiva del objeto, nos puede revelar otras fuerzas en juego.
La máquina tragamonedas, como sugiere su nombre, ejerce una fuerza de atracción sobre el jugador al recibir y almacenar su dinero - muchas veces otorgando nada a cambio. Al activarse, baraja una serie de combinaciones y reparte veredictos que mueven al jugador, a menudo, incitándolo a ingresar más dinero para recuperar lo anteriormente invertido. La máquina crea una necesidad sobre el jugador a partir de su funcionamiento. Se establece con el tiempo una necesidad que transforma al jugador, lo mecaniza al punto que lo convierte en adicto.
El tercer elemento que acciona sobre máquina y jugador es el dinero. Introducido en forma de billete, le da vida a la máquina a través del movimiento y coloca al ser humano en posición de jugador, permitiéndole apostar. Sin dinero no podría estar en el casino. Finalmente, es el flujo de dinero y la ilusión de obtener el mismo el que acciona no solo sobre los elementos ya mencionados, sino sobre toda la industria de juegos de azar.
Vuelve la pregunta: ¿Hasta dónde no somos nosotros los jugados por la máquina? Viéndolo en macro, ¿no será la relación entre máquina y jugador la que pertenece a un juego aún mayor? Entender que el objeto mismo también ejerce poder sobre el ser humano puede ayudarnos a abrir nuestra perspectiva a máquinas de fuerzas mayores que Tragafortuna intenta transmitir - a través de la historia de uno de sus engranajes.
Eduardo Jara
Ficha técnica:
Obra: Tragafortuna
Dramaturgia: Ángelo Condemarín
Dirección: Ernesto Barraza Eléspuru
Producción general: Norma Tolentino
Elenco: Liliana Trujillo, Claudia Bérninzon, Augusto Mazarelli, Anaí Padilla y Brian Cano
Lugar: Teatro Británico Miraflores (Bellavista 527, Miraflores)
Fechas: 8 de marzo al 28 de abril de 2025
Horario: Viernes, Sábados y Lunes 8:00 p.m. y Domingos a las 7:00 p.m.
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