El “Hamlet” de Aranwa
¿Qué se hace?, ¿qué
hacemos?, ¿a quiénes matamos por cumplir nuestros objetivos? Estas
fueron las primeras preguntas que vinieron a mi mente cuando asistí a la última
puesta en escena de Aranwa. Debe ser muy difícil poner en escena la
tragedia más importante de Shakespeare. “Hamlet,
Príncipe de Dinamarca” narra la historia de este príncipe tras el
asesinato de su padre a manos de su tío Claudio por ambición y poder. Entonces,
Hamlet se pregunta ¿qué hacer?: “Ser o no ser”. La historia de amor
entre Hamlet (Janncarlo Torrese) y Ofelia (Ximena Salgado) fue bastante intensa
y dramática. Recuerdo sus encuentros y desencuentros y a ella deambulando como
un ánima sin vida. El padre de Ofelia (Víctor Prada) era el sirviente adulador
que se mimetiza con el patrón (el tránsfuga que se reviste de respeto para
afrentar).
El tío Claudio (Antonio
Arrué) y la madre Gertrudis (Celeste Viale) iban y venían
como verdaderos reyes a quienes no les interesa el pueblo, ni quienes les rodean,
tampoco los problemas que surgen en su propio palacio, es decir, no se les notó
gran desconcierto ante la locura de Hamlet. Esta indiferencia de los
reyes/actores ante Hamlet a veces desconectaba al propio público del verdadero
drama/dilema del príncipe. La famosa escena metateatral
se realizó sobre un tabladillo de madera traído por unos cómicos que, si bien tenían
presencia, no fueron muy cómicos. Tal vez eran muchos cómicos para transportar
el tabladillo. Sin embargo, se propició la atmósfera para
mostrar la famosa escena y disfruté viendo el desconcierto de Claudio (Arrué)
al reconocerse en la ficción: se alejó, se resintió, pidió que paren la
presentación. El cavador de tumbas (Armando Machuca) con sus reflexiones existenciales, me dejó pensando
en la maestría de Shakespeare para hablar sobre todo: la vida, la muerte, todo. En general, no
terminé muy convencida del uso espacial del escenario, sin embargo, gracias a
la actuación de Machuca, ocurrió aquello que me gusta que suceda en el
teatro: recuerdo la escena, mi imaginación ha creado un cementerio, lápidas y tierra
que se levanta y se echa…, luego traen el cuerpo de la hermosa Ofelia. La lucha
entre Hamlet y Laertes (Renato Medina) exaltaron al público y el acompañamiento
sonoro hizo nuevamente que mi imaginación volara, para que luego chocara con la
realidad/ficción y presenciara el desenlace: una muerte masiva. Observé compromiso y
entrega en las actuaciones de los
jóvenes. Algunos actores como Víctor
Prada me hipnotizaron y me hicieron pensar en el poder de la experiencia. No me
convenció el vestuario: imitar vestuarios de época a veces no funciona. La luz
tampoco ayudó a que me olvidara que estoy en un teatro con público frente a mí.
La música me pareció interesante –yo todavía no sabía de quién era– pero para
mí, parecían efectos especiales en una sala de teatro. El empleo de la voz
del padre/la sombra (Ricardo Blume) pareció algo monótona, quizá esperaba otra
reacción de Hamlet al escuchar la voz del padre muerto. La historia estuvo bien
narrada e interpretada. Sin embargo, los tintes dramáticos empañaron la locura:
la ira del príncipe Hamlet nunca traspasó los límites de la cordura y eso precisamente
es lo que me hubiera gustado presenciar.
Ficha
artística
“Hamlet, Príncipe de Dinamarca”, basada en la historia de William
Shakespeare
Dirige: Jorge Chiarella
Elenco: Janncarlo Torrese, Víctor Prada, Antonio Arrué, Celeste Viale, Oscar
Douglas, Armando Machuca, Ximena Salgado, Renato Medina, Guillermo
Macchiavello, Federico Abrill, Alberto Arias, Jorge Carrión, Jean Pierre
Yllescas, César Espinoza y Ricardo Blume (voz del rey Hamlet).
Música: Zbigniew Preisner
Lugar: Teatro Ricardo
Blume (Huiracocha 2160, Jesús María)
Las funciones van los
lunes, jueves y viernes a las 8pm; y los sábados y domingos a las 7pm
La temporada culmina el
9 de setiembre
JAMIL
LUZURIAGA
Crítica
Teatral Sanmarquina
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