MICROOBRAS EN ESENCIA
Sobre: “RECORDAR PARA VIVIR” / “LA CITA PERFECTA”
Butaca C
Con un aforo reducido, pero la energía y la ilusión intactas, Espacio Teatro Esencia abrió su acogedora sala de Barranco hace algunas semanas con una
breve temporada de micro obras. Butaca C presentó “Recordar para
vivir” y “La cita perfecta”, dos piezas que exploran el amor de pareja en dos
momentos distintos y cruciales.
La primera explora el ocaso de una relación desgastada por el tiempo, la
rutina y la incomunicación, mientras que en la otra se avizora el flechazo
inicial guiado por nuestras expectativas. Gerardo Fernández, director de ambas propuestas,
ha realizado una buena lectura de sus historias y un correcto trabajo con su
elenco. Los detalles están a continuación.
“RECORDAR PARA VIVIR”
“Llega el día en que todo termina. Aquel paraíso vibrante se
convierte de pronto en un infierno. El hombre se enfrenta al “Gran Cisma”,
a la expropiación de su vínculo más elemental. De pronto todo se reduce a una
situación insostenible: han dejado de amarlo.”[1]
La obra “Recordar para vivir” es un tema de amor de pareja y de un rompimiento sin la consabida sacada de vuelta. Es un tema que deberíamos tocarlo con detenimiento porque los seres humanos tendemos a ser tan creativos que cuando, el amor se acaba, deberíamos pensar que no se acaba el mundo, que empieza un nuevo momento para ambos, tanto para el que deja como para el que es dejado.
Cynthia Bravo y Urías Santaillán en "Recordar para vivir" |
El director de arte Luis Peche nos
presenta un escenario, con ropas en perchero de un terno y un vestido de novia de
época, conduciéndonos inconscientemente a remembranzas. Otros detalles
agradables como una mesita y adminículos que serán trabajados a lo largo de esta
creación en vivo, te llenarán los ojos y nos van ingresando sin empezar la obra
en una relación de pareja casada. Sin embargo, no es la misma impresión en
virtual, que al mirar las vestimentas sólo te da la sensación de antigüedad.
“LA CITA PERFECTA”
“(...) El individuo impotente, si tiene una pistola, un cuchillo o un brazo vigoroso, puede trascender la vida destruyéndola en otros o en sí mismo. Así se venga de la vida, porque ésta, se la niega. (...) El individuo que no puede crear quiere destruir... El impulso de la Violencia Compensadora es el impulso hacia el control absoluto sobre un ser vivo, animal u hombre. Éste impulso es la esencia del sadismo”[3]
“La cita perfecta”, del director y dramaturgo Gerardo Fernández, nos revela
una tragicomedia. Su obra paradójicamente nos divierte en sus casi 20 minutos
de duración.
Luis Golding y Miluska Ezkenazi en "La cita perfecta" |
El escenario es minimalista. Tuvo un recuadro de luz roja con el nombre
del Bar Purgatorio, y todo a media luz, simulando una discoteca que bien podría
ser de Lima, provincia o de cualquier ciudad del mundo y dos sillas donde los
actores mantienen diálogos fluidos e intercalados. Un meritorio trabajo de Luis
Peche, responsable de la estética y escenografía.
FICHA DE LA OBRA
"La cita perfecta" de Gerardo Fernández
Dirección: Gerardo Fernández
Elenco: Miluska Eskenazi y Luis Golding
Funciones: viernes 08, 15 y 22 de
octubre a las 8:25pm y 9:10pm
Lugar: Teatro Esencia (Av. Grau 069 A,
Barranco)
Entradas: +51 959206307 (WhatsApp)
Correo: butacac.producciones@gmail.com
Un montaje de Butaca C
"Recordar para vivir" de Gianfranco
Medina
Dirección: Gerardo Fernández
Funciones: viernes 08, 15 y 22 de
octubre a las 8:05pm y 8:45pm
Lugar: Teatro Esencia (Av. Grau 069 A,
Barranco)
Entradas: +51 959206307 (WhatsApp)
Correo: butacac.producciones@gmail.com
Un montaje de Butaca C
GLADYS RÁZURI
Crítica Teatral Sanmarquina
[1] Felipe
Cardona, Artículo “El desamor como principio de lo maravilloso la filosofía detrás del fracaso amoroso” https://www.urosario.edu.co/Revista-Nova-Et-Vetera/Vol-3-Ed-25/Columnistas/El-desamor-como-principio-de-lo-maravilloso-la-fil/
Doctor en Medicina con énfasis en Neurociencia
Cognitiva, Universidad Favaloro – Instituto de Neurología Cognitiva (INECO),
Argentina.
[2] Erich
Fromm, “El corazón del hombre”. P. 27
[3] Erich
Fromm, “El corazón del hombre”. P. 29
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