COLISIONES, más allá de la crónica de un accidente anunciado
“Chocamos, siempre chocamos”, es una de las frases que me quedó en la mente luego de ver la más reciente obra del dramaturgo y director Eduardo Ríos Cañamero. El chocar no solo debe entenderse en esta obra como la colisión entre vehículos, sino también las colisiones que se dan entre las personas o las que se dan en nuestro interior mismo. Siendo así, la presente obra resulta, en cierta manera, un esbozo de la vida cotidiana en una ciudad. En esta, el riesgo de accidentes de tránsito es muy alto, el servicio es defectuoso y las autoridades encargadas de dirigirlo se ven muchas veces desbordadas. Posiblemente allí radique el mérito en esta obra pues logra concentrar toda una dinámica social de la ciudad de Lima.
La obra nos plantea cuatro personajes: el Chacal (un chofer de combi, interpretado por Jiro de la Vega), el Cabezón (ayudante cobrador del Chacal, interpretado por Wedner Velásquez), un estudiante universitario (Piero Rodríguez) y un policía de tránsito (Christian Ramírez). La acción comienza justo en el momento en que nuestros cuatro personajes se ven involucrados en un accidente de tránsito. Como un cuadro, vemos sus expresiones al momento justo de la colisión, ya con horror, ya con sorpresa, ya con incredulidad; un cuadro potente y muy expresivo. De pronto, las acciones retroceden un par de horas, por lo que la obra se plantea como una especie de “crónica de una colisión anunciada” (nunca mejor dicho), y exploraremos un poco la vida de nuestros personajes. Al enterarnos de la vida que hay detrás de cada personaje, estos se van enriqueciendo en su complejidad. Nos enteramos de sus preocupaciones, de sus aspiraciones, de la historia que cargan detrás.
En cuanto a las actuaciones, mención especial al dueto del Chacal y el Cabezón, que destacaron por sus actuaciones llenas de energía, pero sin dejar de lado la complejidad de sus historias. Por otro lado, el estudiante brinda el punto de vista del peatón o usuario de las líneas de transporte y de todo el estrés generado en estos espacios, lo cual se suma a la carga que ya trae desde su hogar. Finalmente, el personaje del policía de tránsito completa el cuadro al mostrar a un representante del Estado que se ve sobrepasado por situaciones que apenas puede controlar, sumando a eso su actitud poco ética.
De destacar también la ambientación que, priorizando proyecciones en la pared, sirvió para situarnos en los escenarios de la obra. Por otro lado, una mención especial también al trabajo del sonido, que reforzó la sensación de estar viendo a los personajes en la calle, con ese sonido ambiental lleno de ronquidos de motor, vociferaciones y pitidos.
Momentos destacados: la escena donde el estudiante se pone a leer en voz alta sus apuntes sobre teoría de colisiones que está estudiando para su examen y las escenas donde la ética e integridad de una autoridad se pone en entredicho (“¿Cómo puedo ser íntegro así?”, se cuestiona el personaje del policía en algún momento).
En suma, Colisiones se presenta como un esbozo de las tensiones y choques no solo físicos, sino también emocionales, de los diversos personajes que viven en la ciudad de Lima.
Por: R. Miranda - Crítica Teatral Sanmarquina.
FICHA TÉCNICA:
Dramaturgia y dirección: Eduardo Ríos Cañamero
Producción General: La Máquina Insomne
Producción Ejecutiva: Eduardo Ríos Cañamero y Alexandra Valdivieso Chudán
Asistente de dirección: Arturo Huamán
Asistente de producción: Medalit Acosta
Composición musical: Eduardo Arana
Comunicador audiovisual y visuales: Ángel Bances
Comunicaciones y audiencias: Alexandra Valdivieso
Elenco:
Estudiante – Piero Rodríguez
Policía – Christian Ramírez
Cobrador – Wedner Velásquez
Chofer – Jiro de la Vega
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