Vidas pasadas

“La orgía”, pieza del colombiano Enrique Buenaventura, evoca un mundo protagonizado por seres marginales u olvidados de la sociedad. Presentada en el Centro Cultural Británico, esta puesta es dirigida por Martín Medina y en ella actúan Lucero Dávila, Miguel Vergara, Martín Velásquez, Herbert Corimanya, Ángel Morante y Katya Castro. En su trama, una vieja contrata a un grupo de mendigos para recrear una añorada época de su vida el 30 de cada mes. Ella vive con su hijo, un mudo lustrabotas que se resiste a perder el vínculo con el retrato de su padre.
Al inicio, aparecen estos dos personajes quietos en el escenario como si estuvieran en un cuadro. Su escenografía realista y funcional nos sitúa en la sala y el comedor de una casa pobre y descuidada. En ese espacio transcurren dos momentos interesantes. Una primera, cuando el personaje de la vieja y el pordiosero en el rol de Jacobo observan al público a través de unos binoculares y, tras decirse palabras al oído, comienzan a reírse. Una pregunta surge de inmediato: ¿cómo nos ven ellos?
La segunda situación es la muerte de la vieja a manos de los pordioseros, tras luchar por un poco de comida. El alivio cómico de “La orgía” radica en la lucha entre los mendigos Jacobo y Pedro. La escena es magnífica porque encontramos un “teatro dentro del teatro”, además, del juego de los personajes y la muerte (falsa) de ambos, interpretados con picardía y ciertos movimientos que nos recuerdan pasajes de la película “Matrix”.
Por otra parte, el desempeño del elenco es meritorio. Destacan las actuaciones de Ángel Morante, como el Coronel Pardo, y Katya Castro en el papel de la mujer enana, personajes con una exigencia física bien resueltos en escena. Así, a pesar de su cojera, el coronel exhibió fuerza y autoridad; mientras que la pequeña mujer –actuó en cuclillas durante toda la obra– resultó hilarante y el tono de su risa (difícil de olvidar, por cierto) fue un eficaz recurso de carcajadas.
“La orgía” es una puesta recomendable por su contenido social y el montaje profesional realizado por el grupo Butaca Teatro. Esperamos que el Centro Cultural Británico continúe apostando por obras como ésta, aunque hubiera sido ideal que las salas –en realidad, auditorios– fueran de asientos escalonados o que se dispusiera el escenario en una zona más alta para una mejor visualización del espectáculo.

Maura Velasco Huillcara
Crítica Teatral Sanmarquina

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