La importancia de divertir al público

Cada primer semestre del año los estudiantes de la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de San Marcos dan vida al Grupo de Oratoria Demóstenes. Como parte de sus actividades artísticas, este elenco, conformado por estudiantes universitarios, suele armar una pequeña temporada con puestas en escena bastante originales. En esta oportunidad presentaron una versión libre de “La importancia de llamarse Ernesto”, de Oscar Wilde.
Aún con visibles equívocos (actores que olvidan sus diálogos por pasajes o elementos de escenografía mal ubicados), esta propuesta divierte. No sabemos si los actores –alumnos del tercer ciclo de la carrera– poseen alguna experiencia, pero nos queda claro que los espectáculos teatrales que exhiben son entretenidos y de gran compenetración con el público.
En esta puesta, el joven John, hombre proveniente del campo, recto y responsable, lleva una doble vida. Cada vez que visita, la ciudad muta en Ernesto, su “hermano menor”, quien, a diferencia del buen John, no duda en divertirse en cabarets y bares. Pero nada puede esconderse para siempre y, al enamorarse de una joven y bella aristócrata, el protagonista se verá en una espiral de enredos, cada uno más absurdo y gracioso que el anterior.
Esto, sumado al catálogo de personajes que aparecen en escena, complica la situación y trazan una muy buena comedia. Falsas identidades, efímeros compromisos, bolsos perdidos, curas con deseos de abandonar su celibato, profesoras olvidadizas y, en medio de todo, un nombre: Ernesto. El montaje sabe suplir sus fallos con improvisación de diálogos y giros coloquiales que logran una rápida identificación entre el público, incluso, por determinados momentos, se llega a romper “la cuarta pared”, logrando empatía escénica y aplausos de los espectadores.
Es una lástima que cada presentación sea única –el grupo Demóstenes renueva sus obras semana a semana– pues me hubiera gustado ver de nuevo esta simpática versión de “La importancia de llamarse Ernesto”. En todo caso le sugerimos darse una vuelta por el auditorio de la Facultad de Letras de San Marcos cada miércoles a partir de las once de la mañana. Podría sorprenderse.

RAMIRO MIRANDA
Crítica Teatral Sanmarquina

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