Noche de perros

Da gusto notar que cada vez son más las universidades interesadas en promover y dictar cursos y talleres de teatro en sus claustros. Bajo esta premisa, hace cinco años nació el Grupo de Arte Escénico de la Universidad del Pacífico (UP). Y, hace pocas semanas, esta misma casa de estudios abrió el encantador y confortable auditorio Juan Julio Wicht S. J. que, con montajes universitarios y profesionales, se sumará al circuito teatral limeño.
Estas dos buenas noticias, sin embargo, no se pudieron redondear con la corta temporada inaugural (de cinco funciones) de “Jauría”. La pieza, escrita por el dramaturgo Víctor Falcón (autor de “La Cisura de Silvio”), denuncia la comúnmente aceptada ‘animalización’ de la sociedad. Esta puesta saltó a escena con un elenco de más de diez actores jóvenes dirigidos por Gustavo López Infantas y Carmen Aída Febres, docentes de artes escénicas de la UP.
Su historia involucra a siete personajes: un empresario déspota, una jefa indolente, un asistente de oficina con aspiraciones, un trabajador de limpieza algo soñador, una contadora de sólida ética, un joven e incomprendido rockero y una decidida activista ecológica. Cada uno de ellos está atrapado en un dilema de dominación y presión a distintos niveles: personales, laborales, académicos y afectivos. De tanto en tanto, un “coro” performático asoma para delatarnos los pensamientos y temores que merodean a estos personajes.
Se devela así un trabajo ‘mixto’ que evidencia la naturaleza compartida de su dirección. Como director de teatro, López Infantas potenció la expresividad interpretativa, mientras que Aída Febres, experta en montajes coreográficos, guió las destrezas móviles de los actores sobre el escenario. Sin embargo, el aporte de ambos no logra consolidar una identidad a la obra y ésta se torna confusa y recargada por elementos auditivos y visuales.
Quizá, por ello, “Jauría” no funciona como una puesta ‘convencional’, sino, más bien, encaja como una búsqueda más experimental: performance, actuación, uso de imágenes proyectadas y pasajes musicales de rock, electrónica y trova folk. Este ágil ejercicio de orquestación sensorial da fuerza al coro y su juego de cintas blancas –a veces delicado y, en otras, frenético– como espectáculo atractivo. Sin embargo, el abuso del recurso satura el mensaje.
Vista como una propuesta compleja, los jóvenes actores no se amilanan y encaran su ejecución por más de hora y media. Pero no superan el inconveniente de sus actuaciones (planas y poco diferenciadas) a pesar de las contradicciones que enfrentan: el pasado versus el futuro, la aspiración versus la subestimación, y los ideales versus la mezquindad.
Tras una resolución de los conflictos tibia y correcta, “Jauría” culmina con una interrogante: ¿existe un punto de equilibrio al momento de utilizar el lenguaje escénico y elementos de la danza para concebir un montaje y no interferir con el mensaje de la obra? “Jauría” como espectáculo resulta vistoso y atractivo, pero pierde, en escena, ciertos atributos interpretativos que hubieran calado en el espectador.

Ficha técnica
“Jauría”, de Víctor Falcón
Dirección: Gustavo López Infantas y Carmen Aída Febres
Asistencia de Dirección: Ciro Basto
Actúan: Patricio Aguilar, Daniela Alvarado, Evelyn Aquije, Francisco Miranda, Juan Pablo Ocampo, Margarita Reyes, Renato Rodríguez, Thalía Rubio, Marita Ruiz, Mirko Ruiz, Enrique Saldarriaga, Carmen Saravia, Karla Solórzano, Stephanie Torres.

EDER GUARDA
Crítica Teatral Sanmarquina

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