Un aniversario estridente

Barricada Teatro, grupo escénico de Huancayo, celebra este año su XXXVI aniversario. Para festejar este acontecimiento se programó un ciclo de funciones nocturnas entre el 25 y el 30 de mayo junto a reconocidos colectivos y grupos como Espacio Libre, Cuatro Tablas, Yuyachkani, Lagarto Azul (Colombia), entre otros. El lunes 28 fue el turno de Julián Vargas de Yuyachkani.
El actor presentó un unipersonal titulado “Vibraciones”, bajo la dirección de Miguel Rubio, en la Casa de la Juventud de esa ciudad. Sobre un escenario de fondo oscuro, el artista permanece sentado y rodeado de un cajón peruano, timbales, una tarola y una capa de torero. Comienza su performance mediante percusiones y la narración de pasajes autobiográficos (lo sabemos por la reseña de la obra dada antes de la presentación).
A través de la vibración de los instrumentos, el autor intenta tocar fibras en el espectador. La percusión no siempre es armónica y, por momentos, busca ser estridente, como si quisiera romper oídos, entonces la expresión del actor es grave, rozando, incluso, con la ira. Vargas convierte a su cuerpo en otro instrumento de percusión: zapatea y palmotea su rostro, abdomen y pecho, mientras combina sus movimientos con testimonios de su infancia.
Irónicamente, el momento más interesante de la obra escapa a esas narraciones autobiográficas, y nos envuelve en una anécdota ocurrida a otro actor desde la que trata de dibujar la dimensión humana en toda su imperfección. El resto de la puesta es poco memorable. Después de cada percusión, hemos olvidado lo que el actor contó anteriormente y, a medida que avanza la obra, se torna aburrida, a pesar de tanta vibración y esfuerzo en el escenario (semidesnudo y tacones de mujer incluidos).
En mi mente sólo quedó la siguiente frase dicha por Vargas: “Ustedes se preguntarán ¿por qué este actor es tan engreído?”. Pero esta pregunta no estuvo motivada por la obra, sino por la comprensible actitud del actor –casi un hostigamiento– para que el público apagara sus celulares o no hiciera ruido. Al margen de ello, queda muy poca reflexión del espectáculo, mientras se va diluyendo el interés inicial por un montaje con la rúbrica de Yuyachkani.
Pueden hacerse otras observaciones –muy graves, por cierto– sobre el lugar designado para presentar las obras. La Casa de la Juventud de Huancayo no cuenta con un auditorio adecuado para montajes escénicos. Se tuvo que improvisar el escenario en lo que parecía ser un salón destinado a exposiciones y sin graderías: se armaron escalones de madera muy incómodos y sobre los que el público se sentó para apreciar las funciones.
Resulta una grave falta de gestión del grupo teatral organizador no conseguir un local idóneo, ignorando, quizá, al Teatro Nuestra Señora del Valle o el ex Cine Mantaro. No estamos seguros si todos los días se presentaron las obras en ese mismo local pero, ojalá, no haya sido así por el respeto al espectador.

RAMIRO MIRANDA
Crítica Teatral Sanmarquina

Comentarios

  1. OE ANDA LIBERATE DE PREJUICIOS Y ENVIDIAS Y APRENDE A DISFRUTAR DEL TRANCE Y LA LOCURA AJENA.

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  2. ANTES DE CRITICAR ANALIZA, ANTES DE CALIFICAR COMPRENDE! QUE QUIERAS DARTELA DE CRITICO NO SIGNIFICA QUE TENGAS QUE CAER PESADO...EL ABURRIDO ERES TU! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

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