Jueves de mar: entretejidos desde la otra orilla
Los jueves de agosto, como parte de la celebración de los 15 años del
Grupo de Teatro Espacio Libre, Casa Espacio Libre dejó las puertas abiertas
de par en par e invitó a cuatro personalidades ilustres: el Cine, el Periodismo,
la Poesía y la Crítica para conversar más allá del oficio. Una cada jueves, en
pareja cada noche, que se volvieron a lo largo del mes, a veces, una sola
persona, y, otras, cinco entidades independientes y muy distintas. Entre los representantes
que ocuparon los sillones estuvieron:
El día 7, en Cine: Frank Pérez Garland, Daniel Rodríguez y Gastón
Vizcarra.
El día 14, en Periodismo, el 14: Ernesto Carlín, Nicolás Yerovi y Rosana
López-Cubas.
El día 21, en Poesía, el 21: Luis La Hoz y Víctor Ruiz Velazco.
El día 28, en Crítica, el 28: Sergio Velarde, Gabriela Javier Caballero
y Daniel Amaru Silva.
Dichos conversatorios a cargo y conducidos por Eliana Fry, actriz y
periodista cultural, partieron de preguntas inquietantes, abiertas a
comentarios, algunas difíciles y otras hasta comprometedoras, siempre en un rol
cordial, de mucho interés y novedoso. La cita, además, congregó espectadores de
todo tipo, desde los conocidos silenciosos hasta los más involucrados con
palabras, ideas, posiciones y puntos de vista.
A modo de crónica, presento cuatro puntos que resaltaron en todas las
conversaciones, comunes en tratamiento pero no necesariamente en conclusión,
en base a lo discutido sin intención de
comentario sino, más bien, como un reflejo de lo expresado.
La verdad
En este aspecto, todos tienen la suya propia y, a la vez, una sola. El Cine,
por ejemplo, acoge la naturalidad tanto actoral como textual; las muecas
televisivas, las expresiones exageradas o las intenciones mal formadas por
escrito no cooperan con la verosimilitud y no logran definir la verdad en
intenciones, fluidez y presencia. Mientras que la verdad del Teatro, más allá
de la interpretación y dirección, surgiría de la intención del escritor –o
dramaturgo-, qué quiere decir, qué nos molesta de la realidad, y esa es la
verdad, y podríamos consultar a Brecht, la teoría aristotélica o la evidencia
del arte posmoderno para decir siempre que el teatro busca la verdad como
sustento en todo instante. El Periodismo por su parte busca fuentes fieles,
información comprobada, pero en relación con el Teatro, apenas refleja cierta
parte en difusión. La poesía alberga la verdad desde adentro, casi parecido al
dramaturgo, pero a diferencia de escribirse para un público y en voz alta, la
poesía codifica, la hace duende, ángel, la hace emoción, y se pregunta
seguido ¿cuál es tu, mi, su verdad? Por otro, lado, la Crítica, más bien, se
preguntaría: ¿esto es verdad?, ¿cuánto me creo de todo lo que he visto y oído?,
¿han cumplido las promesas que me hicieron?, ¿el pago me sabe a cierto?, sin
embargo, también debería sustentarse en sí misma al responderse, no tan solo
mencionar actuaciones o desempeños, si no intentar explicar y justificar las
opiniones.
La responsabilidad
Yendo esta vez en reversa, la Crítica teatral, como se viene haciendo en
los últimos años, aunque esencialmente subjetiva, no es solo una concentración
de blogs de difusión o comentarios, es mucho más que eso, sirve como registro
histórico y evolutivo, congrega evidencia cronológica de las presentaciones,
actores, directores y puestas, en distintos formatos: texto escrito y
fotografía como El oficio Crítico, El
Escenario Imaginado, El Teatro sabe, Crítica Teatral Sanmarquina,
o en video documental, o de entrevista como El
Teatro de mi vida. Asimismo, en este
punto, surgen preguntas como ¿por qué se escribe teatro? O ¿para qué se
construye un texto dramático? Toda obra tiene algo qué decir, guarda un
mensaje, desde la comedia, pasando por la farsa, hasta el drama, en distintas
plataformas, pero más allá de ello cuánto, qué y contra qué queremos decir,
cabe preguntarse ¿existe el teatro peruano?, ¿qué hace falta…? ¿En qué momento
estamos? El Periodismo impreso y la cultura cada vez se han ido alejando de sí
mismos, las páginas de la sección cultural se han reducido, y el teatro, en
muchos espacios de prensa escrita, no figura; pero para suerte, existen ciertos
espacios, aún mínimos en Internet y secuencias televisivas que intentan abordar
el tema aunque aún exclusivamente; La
Lupe es el mejor ejemplo de un suplemento informativo independiente que
busca la difusión de las artes escénicas, y esperemos que no sea el único. La
responsabilidad del poeta es sobre todo consigo mismo, y creo que es la de todo
involucrado en el arte, sin embargo, el poeta no tendría misión más allá que la
escritura, puede y no puede propagar o leer sus mensajes, pero siempre habla
para todos. El Cine, que recién cobra cierta notoriedad en el país, debería
expandirse hacia todos, pero más allá del oficio de los participantes directos,
debería hacerse como responsabilidad social, política, cultural, y legal. En
estos años existen representantes que se pronuncian, a pesar de olas contrarias
y la desidia burocrática, a favor de descentralizar su difusión y esperemos que
se concrete el comienzo de un mejor escenario.
El público
Algunos consideran tener en mente un espectador ideal, uno que imaginan
junto con la idea creativa, y que no necesariamente es el real, aunque otros
buscan evidenciar una mirada o una posición u opinión más allá de los
receptores. Aunque siempre es necesario preguntarse, ¿en qué aspectos es mejor
la cantidad? Y quizá la taquilla mida una clase del éxito de ciertas artes, al
nivel más general que expongo, por ejemplo el Cine, más allá del guión y de la
calidad de la película y de las actuaciones, pero sabemos que el arte no es solo
eso. Igualmente, ¿por qué iría más gente a ver una obra que otra? ¿Difusión,
publicidad, calidad? En el teatro el efecto puede resultar parecido en dichos
términos, pero depende de qué se busca con la obra: ¿decir algo?, ¿difundir la
actividad teatrera?, ¿criticar la realidad? En contraste, al ser el teatro un
arte en tiempo real, siempre busca dejar claro el mensaje en cada puesta, cada
día, ante cada tipo de público, partiendo desde la voluntad del dramaturgo
hasta la mirada del director y el trabajo de interpretación actoral. El
Periodismo, en su rol más esencial, se limita a informar de vez en cuando la actividad
teatral, pero cabe mencionar que cada vez más uno mismo se está volviendo un
tipo reportero de las obras en el muro de Facebook, en un blog, en un simple
comentario y hasta boca a boca. La poesía puede dedicarse a alguien, incluso
existe poesía con personajes, pero es probable que se piense más en el qué que en el a quién. La crítica, por su
parte, serviría de información y feedback
a los mismos actores, directores, además de los teatreros, y aunque quizá no
defina a carta cabal la asistencia o la no asistencia del público a la obra,
¿también debería considerarse tal información y argumentos hacia un público
lego?
Misceláneas
En las conversaciones surgieron temas distintos, como el sentido de
pertenencia. En caso del cineasta, ya sea director o guionista, los
participantes declararon que no admitirían el vértigo del tiempo real del
teatro tal cual, por ejemplo, ya que buscan una sensación de posesión y
perfección al detalle hasta capturar la toma o el cuadro exacto y quedarse con
ella tras una edición más allá de lo audiovisual. En el teatro, la pertenencia
se vuelve experiencia, valor, mensaje, las temporadas terminan, todas las
presentaciones son distintas pero el teatro se vive, se presencia, nos ocurre.
Todo dramaturgo considera su obra como un hijo –aunque siempre hay excepciones,
y seres más desprendidos-, pero hasta qué punto debería considerarse así, cada
quien tiene experiencias distintas con el texto o la obra una vez puesta, pero
jamás nos podríamos escapar de la intención y el mensaje si se lleva a cabo una
puesta con compromiso, voluntad y conciencia. En crítica y poesía, el texto
pertenece a quien lo escribe, es parte de su intelecto o de su sentir, -más
allá del texto dramático en manos de un director que no ha escrito el texto,
por ejemplo.
Para cerrar, cabe mencionar que en todo arte puede haber similitudes,
momentos y también diferencias marcadas, pero todo nace de una mezcla entre el
decir, el crear y el hacer. La crítica y el periodismo no se desvinculan de lo
anterior, con la variación de la difusión, información o registro de lo
mencionado. En conclusión, todos tienen voz y derecho a hablar, decir o contar,
pero con consciencia literaria y crítica, sentido artístico o experiencia adquirida,
siempre con compromiso y responsabilidad en sus diferentes matices.
CHRISTIAN SALDÍVAR
Crítica Teatral Sanmarquina
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