Día Mundial del Teatro 2017
El “Día Mundial del Teatro” se celebra cada
27 de marzo. Esta fecha fue creada por el Instituto Internacional del Teatro
(ITI) en 1961 con la finalidad de valorar el teatro como manifestación
artística indispensable y fundamental para el individuo y las sociedades. En esta ocasión la reconocida Isabelle
Huppert (París, 1953) es la autora del Mensaje del Día Mundial del Teatro 2017.
La traducción corresponde a Fernando Bercebal.
La actriz francesa ha aparecido en más de cien
películas, obras de teatro y producciones televisivas desde su debut en 1971.
Es la intérprete más nominada al Premio Molière (7 veces) y el Premio César (16
ocasiones), máximo galardón del cine francés, el cual ha obtenido en dos chances:
en 1995 por “La Ceremonie” y en 2016 por “Elle”. A continuación el esperado mensaje:

De hecho, el teatro renace cada día de sus
cenizas. No es sino una convención que hay que abolir incansablemente. Así es
como sigue vivo. El teatro tiene una vida abundante que desafía el espacio y el
tiempo, y las obras más contemporáneas se nutren de los siglos pasados, los
repertorios más clásicos se hacen modernos cada vez que son subidos de nuevo a
escena.
El Día Mundial del Teatro no es pues,
obviamente, un día cualquiera de nuestras vidas que deba ser tomado de forma
banal. Hace revivir un inmenso espacio-tiempo y, para evocarlo, querría citar a
un dramaturgo francés tan genial como discreto, Jean Tardieu: Hablando del
espacio, se pregunta 'cuál es el camino más largo para ir de un punto a otro.'
Sobre el tiempo, sugiere 'medir, en décimas de segundo, el tiempo que se tarda
en pronunciar la palabra 'eternidad''. Sobre el espacio-tiempo, también dice:
'Antes de dormir, fija tu mente en dos puntos del espacio, y calcula cuánto
tiempo se tarda, en un sueño, en ir de uno a otro'. Es la frase 'en un sueño'
la que siempre me da vueltas en la cabeza. Pareciera que Jean Tardieu y Bob
Wilson se hubieran encontrado.
También podemos resumir nuestro Día Mundial
del Teatro, citando las palabras de Samuel Beckett que hace decir a Winnie en
su estilo expeditivo: '¡Oh, qué hermoso día habrá sido!'
Al pensar en este Mensaje que tengo el honor
de que me hayan pedido que escriba, he recordado todos los sueños de estas
escenas. Por eso puedo decir que no he venido a esta sala de la UNESCO yo sola.
Todos los personajes que he interpretado en escena me acompañan. Personajes que
parecieron irse cuando caía el telón, pero que han cavado una vida subterránea
en mí, dispuestos a ayudar o destruir los personajes que les sucedieron. Fedra,
Araminte, Orlando, Hedda Gabbler, Medea, Merteuil, Blanche Dubois... Me
acompañan también todos los personajes que he adorado y aplaudido como
espectadora. Y por eso es por lo que pertenezco al mundo. Soy griega, africana,
siria, veneciana, rusa, brasileña, persa, romana, japonesa, marsellesa,
neoyorkina, filipina, argentina, noruega, coreana, alemana, austriaca, inglesa,
realmente del mundo entero. Esa es la auténtica globalización.
En 1964, con ocasión de este Día Mundial del
Teatro, Laurence Olivier anunció que, tras más de un siglo de lucha, por fin se
acababa de crear en Inglaterra un teatro nacional que él quiso transformar
inmediatamente en un teatro internacional, al menos por su repertorio. Él tenía
muy claro que Shakespeare pertenecía al mundo.

El teatro es muy fuerte, resiste, sobrevive a
todo, a las guerras, a las censuras, a la falta de dinero. Es suficiente con
decir 'la escena es un escenario vacío de un tiempo indeterminado' y hacer
entrar a un actor. O una actriz. ¿Qué va a hacer? ¿Qué va a decir? ¿Van a
hablar? El público espera, se va a saber, ese público sin el que no existe el
teatro, no lo olvidemos nunca. Una sola persona de público, es público.
¡Esperemos que no haya muchas sillas vacías! Salvo en la obra de Ionesco. Al
final la Vieja dice: 'Sí, sí, muramos en plena gloria... Muramos para entrar en
la leyenda... Al menos tendremos nuestra calle.'
El Día Mundial del Teatro existe desde hace
ahora 55 años. En 55 años soy la octava mujer a la que se le pide pronunciar un
mensaje, bueno, no sé si la palabra 'mensaje' es la adecuada. Mis predecesores
(¡se impone el masculino!) hablaron del teatro de la imaginación, de libertad,
del origen, evocaron la multiculturalidad, la belleza, las preguntas sin
respuestas... En 2013, hace tan solo 4 años, Darío Fo dijo: 'la única solución
a la crisis, reside en la esperanza de una gran caza de brujas contra nosotros,
especialmente contra los jóvenes que quieren aprender el arte del teatro: así
surgirá una nueva diáspora de comediantes, que hará surgir de estas
limitaciones unos beneficios inimaginables para una nueva representación.'
Beneficios inimaginables es una fórmula digna de aparecer en un programa
político, ¿no? Como estoy en París poco antes de unas elecciones
presidenciales, sugeriría a aquellos que pretenden gobernarnos, que estén
atentos a los beneficios inimaginables aportados por el teatro. Y por supuesto,
¡nada de caza de brujas!
El teatro para mí es el otro, el diálogo, la
ausencia de odio. La amistad entre los pueblos. No sé ahora mismo qué significa
exactamente, pero creo en la comunidad, en la amistad de los espectadores y los
actores, en la unión de todos a los que reúne el teatro, los que lo escriben,
los que lo traducen, los que lo explican, los que lo visten, los que lo
decoran, los que lo interpretan, incluso, los que van. El teatro nos protege,
nos acoge... Creo de veras que nos ama... tanto como le amamos.
Recuerdo a un viejo director de la vieja
escuela, que antes de que se levantara el telón, entre bambalinas, decía cada
noche con voz firme: '¡Paso al teatro!'
Estas serán mis últimas palabras. Gracias.
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