Lo liminal como campo articulador entre la realidad cotidiana, el centro penitenciario y el teatro

(Crítica de Frenesí, dirigida por Herbert Corimanya)

Crítico: Godo Lozano

¿Existe un denominador común entre la realidad cotidiana, el centro penitenciario y el teatro? Hace 400 mil años, ninguno de estos tres órdenes existía. Es más, el Homo sapiens sapiens aún no había aparecido. Si existe un componente que articula estos tres órdenes, es que todos son producto de un largo proceso de evolución cultural del humano moderno. Es decir, antes no existían, pero ahora existen y configuran el comportamiento humano de acuerdo con sus propios órdenes, ficciones y epistemes.

“Si existe un componente que articula estos tres órdenes, es que todos son producto de un largo proceso de evolución cultural del humano moderno.”

 Frenesí es una propuesta teatral que transita entre estos tres campos identificables. Uno, la realidad cotidiana, en tanto se rompe la cuarta pared y actores y espectadores se sitúan en un espacio liminal, es decir, en la ejecución de la acción en el punto límite entre la ficción y la realidad. Dos, el centro penitenciario: si bien la propuesta no se desarrolla dentro de una cárcel, a través de los exreclusos actores que actúan es posible reconocer una densidad aurática que remite al centro penitenciario. Se trata de una densidad subjetiva, perceptible en la ejecución de la acción de los actores, sublimada en una historia conforme a la propuesta liminal de la obra. Tres, el mismo teatro, que no se restringe a su orden ficcional, sino que dialoga con los otros dos espacios mencionados. Es, de ese modo, un movimiento emancipador. Un espacio que rompe las barreras del teatro convencional y abre otras posibilidades de interacción.

Frenesí es una propuesta teatral que transita entre estos tres campos identificables (realidad cotidiana, centro penitenciario y teatro).”

Si cometes una acción punible en la realidad cotidiana, vas a la cárcel; si la realizas dentro de la cárcel, acumulas más años de condena; y si la ejecutas en el teatro, según sus reglas, recibes aplausos al final. Y si lo haces de un modo espectacular, hasta te premian. En ese sentido, la propuesta es un espacio emancipador, como decía líneas arriba. Lo que en la vida cotidiana está sancionado, en el teatro, de acuerdo a sus reglas, no lo está. El ser humano puede descargar sus deseos hostiles y amorosos a través del orden teatral sin ser condenado. Esto solo es posible en el arte, en el teatro.

“Si cometes una acción punible en la realidad cotidiana, vas a la cárcel; si la realizas dentro de la cárcel, acumulas más años de condena; y si la ejecutas en el teatro, según sus reglas, recibes aplausos al final. Y si lo haces de un modo espectacular, hasta te premian.”

En la propuesta liminal, entre estos tres campos, existe un elemento vertebrador: el juego. Una de sus características principales son las reglas. En el juego adulto, las reglas son claras y bien definidas; en cambio, en el juego infantil, son difusas. El niño, en el juego, salta sin tapujos entre su imaginación y la realidad del mundo, y no las confunde: las distingue con claridad, como señala Freud. El niño gusta de apoyar los objetos y circunstancias de su imaginación en cosas concretas de la realidad, tal como lo hacen los actores en el teatro. En esa línea, la propuesta no transita por reglas estrictamente delimitadas, sino que salta de un orden a otro de manera indiscriminada, hasta el punto de difuminarse o parecer un absurdo. Un absurdo que, sin embargo, articula tres órdenes distintos y, a la vez, equivalentes, en tanto son construcciones. En otras palabras, no se someten estrictamente a las reglas, sino que juegan con ellas en el límite entre los tres órdenes.

“En el juego adulto, las reglas son claras y bien definidas; en cambio, en el juego infantil, son difusas.”

La incidencia de esta propuesta resulta reveladora: al difuminarse el límite entre los tres órdenes, se crea un nuevo orden macro que los habita, y dentro de ese espacio se encuentran actores, exreclusos actores y espectadores. Ahora bien, en esa interacción en el espacio liminal se producen subjetividades. En otras palabras, hay una interiorización del otro; y, en la medida en que se habita al otro, este deja de ser extraño. Así, mediante la producción de subjetividades compartidas, se va configurando una nueva comunidad, más allá del orden macro que los habita. Un espacio de reinserción. Una comunidad en la que se franquean diferencias y límites.

“Mediante la producción de subjetividades compartidas, se va configurando una nueva comunidad, más allá del orden macro que los habita. Un espacio de reinserción. Una comunidad en la que se franquean diferencias y límites.”

Así, la importancia de la propuesta radica en su innovación: articular tres órdenes a través del campo liminal y los modos del juego infantil, transitando de un espacio a otro de forma indiscriminada. En ese tránsito, propiciar la producción de subjetividades compartidas y reincorporar a todos en un nuevo orden que, además de abrir un horizonte de reinserción, invita a otra manera de pensar la comunidad: una comunidad que emerge al desbordar las fronteras de los tres órdenes que antes las restringían.

 

Ficha técnica

Obra: Frenesí

Dramaturgia y dirección: Herbert Corimanya

Producción general: BUTACA, ARTE & COMUNICACIÓN

Producción ejecutiva: Lorena Aquino

Elenco: Mario Velásquez, Yaremís Rebaza, Walter Ramirez, Lía Camilo, Martín Velásquez Marvelat, Juan Pablo Mejía, Santiago Espinoza, Giancarlo Almonte y Christian Gonzáles.

Lugar: Sala Tovar – Calle Manuel Tovar 255, Miraflores

Fecha: Del 1 al 25 de agosto de 2025

Horario: viernes, sábado y a las 8: 00 p.m., y domingo a las 7: 00 p.m.


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