El Meridiano FM: Acerca de “Cariño Malo”
Selene y yo salíamos del CCPUCP poco después de la medianoche cuando notamos que Cariño Malo había transcurrido mucho más rápido de lo que percibimos. Se suponía que nos iríamos a casa rápido.
- “Estuvo diferente. ¿No?”, me preguntó.
- “¿Cómo así?”
- “Se me pasó volando. Sonaba como una radionovela.”
- “Sonaba a muchas cosas”, le dije riendo.
Determinamos que fue una de esas obras que, cuando su historia cautiva al público, transcurre a pesar de su duración o, en nuestro caso, a una leve migraña y al malestar previo a un resfriado.
- “¿Qué tal te parecieron los personajes?”, pregunté.
- “¡Muy chistosos! Yo me reía pero la señora que estaba a mi costado estaba que hacía unas caras…”
- “De placer, dices.”
- “¡No pues!” - exclamó riendo. “Aunque, ¿te imaginas que vino pensando en la música criolla y se encontró con esto?”
- “Creo que algo ahí le gustó para quedarse hasta el final, ¿no?.”
Ese gustito que la señora y nosotros le encontramos a Cariño Malo parecía estar relacionado a la trama o los personajes y sazonado con cierta dosis de placer culposo. Selene y yo intentamos hablar de la trama de manera general: Silvio, un homosexual reprimido por las imposiciones homofóbicas de la sociedad, representadas por su madre, se enfrasca en la confusión y desenfreno que resulta ser descubrir su sexualidad.
Recién cuando atravesamos el Olivar tocamos el tema de las escenas de sexo, aunque escudándonos todavia.
- “¿Viste qué cara puso la señora cuando Silvio y el otro lo hacían?, pregunté un poco nervioso.
- “¡Casi se muere!”. No sé si hablaba de ella misma, de la señora o de mi.
- “Es que era como si los tuvieras ahí nomás. Casi los podía ver”, agregó. Ahora sí hablaba de ella misma.
Sobre el escenario había (cuando menos) 3 micrófonos, zapatos, bloques pequeños de madera, una matraca grande, un sampler y demás elementos para ilustrar la historia con efectos de sonido dinámicos. Durante la obra, los actores decían parte de sus líneas leyendo lo que parecía ser el guión. Ilustraban la narración y los diálogos con sonidos precisos, abriendo puertas, simulando pasos o haciendo voces de personajes pasajeros. El mundo de la obra viajaba en forma de ondas de sonido a nuestros oídos sin prisa pero sin pausa.
- “Eso creo que fue”, dijo Selene de repente.
- “¿Qué cosa?”
- “No sólo te contaban la historia, sino que te daban toda la magia.. el detalle de las escenas.”
- “Pero eso se veía desde el principio”, repliqué.
- “¿Puedes creer que ni cuenta me di?”
- “No te creo.”
Selene rió.
- “Osea sí los vi pero, ¿puedes creer que fue como si no los viera haciendo todo eso?”, exclamó.
- “Eso sí lo puedo creer.”
El artificio estaba en frente de nosotros y sin embargo poco teníamos que hablar sobre los elementos en escena. Más nos llamaba la historia, las canciones y el emotivo final, es decir, todo aquello que, en su mayoría, no podíamos ver.
La ‘M’ en las siglas ‘ASMR’, frase en inglés que describe la sensación relajante que producen ciertos sonidos en el cerebro, se refiere al ‘meridiano’, es decir, el punto más alto, el clímax de algo. Muchas escenas ofrecían encuentros amorosos desenfrenados, redadas con las autoridades y confesiones familiares que tocaban ese clímax; tanto en la sobrecarga de estímulos sonoros como en los momentos álgidos de las relaciones entre personajes. ¿Sería eso lo que nos llevaba a sentir estos momentos como tan ‘reales’?
Así como Silvio se encontraba con sensaciones, hasta entonces, desconocidas, nosotros también nos topamos con un formato muy inusual en esta ciudad de teatro principalmente visual. El valor del texto no radicaba únicamente en quién hable (actor o personaje) o en la temática, sino en que las palabras eran dichas como parte de un armazón sonoro que era capaz de envolver al espectador en el mundo de la obra. Aquello que nos hizo vibrar fue tanto el código que cargaban las palabras de esta emotiva historia como la natural vibración del sonido que salía de actores, objetos o amplificadores que componen Cariño Malo.
- “¿En todo eso pensaste durante la obra?
- “No, sólo estoy intentando mantenerme despierto antes de que llegue mi taxi. Me está doliendo la cabeza de nuevo.”
Por: Eduardo Jara - Crítica Teatral Sanmarquina
Ficha técnica:
Obra: Cariño Malo
Dramaturgia: Alejandro Clavier
Dirección: Alejandro Clavier
Producción General: Ministerio de la Belleza
Elenco: Alejandro Clavier, Sebastian Stimman, Diego Salinas
Lugar: Teatro Centro Cultural PUCP, Av. Camino Real 1075, San Isidro
Horario: Viernes y sábados | 10:30 p.m, del 14 de noviembre al 7 de diciembre


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