La edad de la ciruela

La Asociación Cultural La Vale continúa brindado gratas sorpresas en escena. A inicios de año pusieron “La República Análoga”, de Arístides Vargas, con buenos comentarios y ahora con “La edad de la ciruela”, de Vargas también, consolidan su trabajo en las tablas. La obra narra la historia de una familia compuesta exclusivamente por mujeres (los hombres de la casa tienen la “mala costumbre” de morirse).
En sus cotidianos juegos, una niña se topa con un viejo baúl en cuyo interior encuentra la correspondencia que dos hermanas mantuvieron. Es por lo que cuentan esas cartas que la historia se reconstruye, a través de esa memoria de papel sabremos la historia de tres generaciones que conviven en un mismo espacio y tiempo. Esta convivencia termina por hastiar a los personajes consumidos, además, por obligaciones familiares, frustraciones o desilusiones.
La acción se muestra en diversas pinceladas a través del tiempo, escenas cotidianas pero que en su “normalidad” esconden los diversos conflictos que las mujeres llevan dentro, desde los miedos de una niña hasta las ansias de libertad de una hermana. Al pasar los minutos, la casa se vuelve la metáfora de una prisión donde las mujeres han sido confinadas a la labor que la sociedad les ha impuesto sin preguntarles si están de acuerdo o no, o verlas realizadas de otro modo.
El montaje hace hincapié en cuestionar el papel tradicional de la mujer y la lucha contra los roles de género. Las ciruelas son un elemento que estará presente en toda la obra, ya sea como árbol, fruto, vino, vinagre o una metáfora del tiempo. En la literatura peruana y latinoamericana existen historias de familias (los Buendía, de García Márquez, por ejemplo) que reflejan la historia misma de nuestro continente, de sus prejuicios, taras y traumas heredadas de generaciones anteriores.
Como ellas, “La edad de la ciruela” cuestiona esa herencia con la finalidad (quién sabe) de acabar con ese lastre. En este caso, somos partícipes de la vida de un clan femenino, a través del cual, quizás podamos rastrear la historia de las mujeres latinoamericanas. Leslie Guillén, Mariajosé Vega y Claudia del Águila dan vida a dos ancianas, dos hermanas, dos niñas, una tía y una sirvienta, con un rol actoral destacado y muy parejo. Ninguna desentona y con pocos gestos y un vestuario adecuado resolverán cada exigencia de sus personajes.
Entre los personajes más añorados destacan la tía Adriática (hilarte trabajo de Leslie Guillén), una mujer soltera entrada en años que está a medio camino entre las ancianas y sus sobrinas de mediana edad. Otro rol es Blanquita (Mariajosé Vega), una mujer que ha servido durante toda su vida a la familia y quien brinda, quizá, las mejores líneas de la obra.  Puede afirmarse que las tres actrices logran un buen trabajo al “pasearse” por los diversos personajes, logrando componer cada papel con sus rasgos, manías y frustraciones.
La escenografía es minimalista pero los pocos objetos en escena (baúles, sillas, escaleras) están bien aprovechados. La puesta de “La edad de la ciruela”, de Arístides Vargas, es una obra lograda y actuada que, arrancará risas sin dejar plantear cuestiones acerca del irrefrenable paso del Tiempo, este ser malvado que acaba con la vida. Este dramaturgo reconocido a nivel latinoamericano y fundador del grupo Malayerba de Ecuador, en sus obras refleja el desarraigo y la marginalidad con un particular humor. Aquí dictó diversos talleres y este año dirigió “La República Análoga”. Este nuevo montaje, en definitiva, es muy recomendable. Vayan a verlo.

Ficha artística
“La edad de la ciruela”, de Arístides Vargas
Dirección: Michael Joan
Elenco: Leslie Guillén, Mariajosé Vega y Claudia del Águila
Fotografía: Javier García Rosell
Lugar: Centro Cultural Ricardo Palma (Av. Larco 770, Miraflores).
Las funciones van de jueves a domingo a las 8pm
Temporada: Del 14 de agosto al 7 de setiembre
Entradas: 25 soles (general) y 15 soles (estudiantes)

RAMIRO MIRANDA
Crítica Teatral Sanmarquina

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