"Desarrollo de la Dramaturgia Nacional" en FITEL 2017

Este año el Festival Interactivo de Teatro en Letras (FITEL) congregó a tres jóvenes autores en el conversatorio “Desarrollo de la dramaturgia nacional”. Su presencia dio mayores luces sobre cómo funcionan los principales concursos de dramaturgia y los aprendizajes surgidas del proceso de montaje y el contacto con el público.
Ximena Basadre
Para Carlos Gonzales, autor de “Deshuesadero” –obra premiada en Sala de Parto 2015– “existe un boom de la dramaturgia gracias a la convocatoria de entidades privadas y públicas”. Siendo un lector empedernido, Gonzales encontró en el teatro el canal perfecto para “cristalizar sus fantasmas creativos”.
Tras llevar talleres con Manuel Calderón, Pietro Sibille, Jorge Villanueva o Ramón García, descubrió que un ejercicio escénico suyo causaba diversas reacciones en el público. Desde entonces, “me avoqué a la búsqueda de un misterio, de lo inasible, de algo que no se puede materializar más que en palabras”, recuerda.
A pesar de tener dos obras suyas más en escena (“Oda a la luna” y “Al filo de la vereda”), Gonzales es cauteloso con los concursos: “son un capricho consensuado”. Una opinión compartida por Ximena Basadre, autora de “Puente” –laureada en el Concurso Ponemos tu obra en escena del Centro Cultural Británico–.
“Si no hubiera ganado este premio, mi obra no se habría montado. Pienso que es aleatorio ganar un concurso”, refiere. La egresada de Literatura de la Universidad Católica descubrió en las obras teatrales una emoción incomparable que la impulsó a llevar los progresivos talleres de dramaturgia con Alonso Alegría.
Las clases y las frecuentes visitas de Basadre a los teatros de la ciudad derivaron en un proceso creativo liberador, aunque finalmente doloroso durante el montaje. “Fue como un trasplante de corazón. La obra es el corazón que se trasplanta a los actores y directores y la reacción del público son los latidos”, indica.
Carlos Gonzales
La joven Gimena Vartu –ganadora del Premio Nacional de Nueva Dramaturgia 2016 convocado por el Ministerio de Cultura– tuvo un acercamiento más integrador. “Había escrito algunos textos breves de forma autodidacta y, además, fui productora de dos obras de Jaime Nieto y aprendí mucho”, señala.
En “Cachorro está pedido” pudo conciliar sus “dos grandes amores”: el teatro y la poesía. La puesta en escena que, tras insistencia, Aldo Miyashiro aceptó dirigir parece demostrarlo. El proceso –que sorteó las habituales trabas burocráticas– llevó siete funciones a tres mil estudiantes de colegios de la provincia del Callao.
“Aunque fue pasional y ágil por su público adolescente, la puesta perdió poesía”, admite Vartu. La autora –que asistió a los ensayos finales– comprendió que su texto estaba en manos de un director receloso y en una fase distinta. Las correcciones de esta etapa podrán leerse en el e-book desde el 14 de diciembre. Basadre, en cambio, asistió a todos los ensayos de su ópera prima. “Quería ver lo que hacían en el primer ensayo y cuando vi todas mis acotaciones tachadas, casi me da un infarto. Eso cambió mi proceso creativo”, recuerda. Bajo las órdenes de Norma Martínez “Puente” adquiere una dimensión onírica y de libre interpretación.
Gimena Vartu
Con críticas positivas, la puesta en el teatro Británico cerró con dos inolvidables lecciones para esta autora. “He ganado en humildad porque no se trata de mi obra, sino del trabajo de todos” y, además, el concurso le dio la oportunidad de asistir al Festival de Teatro de Edimburgo a aprender nuevas formas de crear para escena. El proceso de “Deshuesadero” fue diferente. “Luego de la lectura dramatizada que dirigió Carlos Galiano, sentía que ya tenía el 80% de la obra hecha. Sin embargo, la organización decidió que la dirigiera Fernando Castro de la Compañía de Teatro Físico. Sus códigos que me sorprendieron”, aseveró Gonzales.
“Cuando escribes una obra, ya no eres el mismo. Existe una conexión umbilical con este hijo, pero debes confiar en el director y respetar su trabajo. El resultado fue satisfactorio y la crítica lo ha reconocido. “Mis obras no han enfrentado una crítica feroz”, subraya uno de los autores que ha encontrado un lenguaje propio. El encuentro moderado por Mirella Quispe, directora teatral, en el segundo piso de la Facultad de Letras sirvió de mucho. Dio protagonismo a las nuevas voces de tres dramaturgos que, con sus inquietudes y dilemas, van construyendo el nuevo imaginario que nuestras tablas merecen.

EDER GUARDA
Crítica Teatral Sanmarquina

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