HUARAZ, NUEVE DÍAS (DE)MUESTRA (Parte II)
XXVIII Muestra Nacional de Teatro Peruano
En la propuesta de Teatrando, el tiempo se
dilata hacia lo fantástico, aunque el montaje se enmarque en lo realista. El
trabajo actoral, con mucha simpatía, juega a favor de lo expuesto anteriormente
y se organiza respetando las jerarquías de su tradición: protagonistas,
antagonistas, secundarios, figurantes... Son ellos, quienes soportan lo que la
acción dramática plantea en el campo cotidiano, pero no tienen la misma suerte
en el devenir fantástico. La solución es relegada al cambio, sin que esto
afecte las presencias y fisicalidades (a excepción de la secuencia final, en
donde el tiempo sí ha mutado, pero el destino fatal es el mismo). Sin embargo,
la herencia de esta alegoría es melodramática. La construcción de imágenes y su
propia lírica busca el efecto emocional. Es ahí donde la técnica actoral se
tropieza con la indicación del llanto que impide, a veces, la comprensión del
decir. Sobre esto, es interesante observar la similitud musical de las voces de
Estefanía Fuxet con Nidia Bermejo.
“Hatari”
– Itana (Huancavelica)
Escribe: KARLOS LÓPEZ RENTERÍA
Fotos: EDGAR PALOMINO - ANTARES (AYACUCHO) / ILLARI (HUARAZ)
Fotos: EDGAR PALOMINO - ANTARES (AYACUCHO) / ILLARI (HUARAZ)
LUNES
25 – Las alegorías
“Jauría”-
Pucayacu – (Lima)
Esta distopía de un Perú post exterminio de
mujeres, comienza en un lugar que habitualmente no vemos: una cabina radial. Aquel
lugar que ocupa el aire de la AM/FM. Es decir, la obra, anunciando un presente
post apocalíptico, elige un territorio del pasado para señalar lo virtual horrorosa
de un programa de espectáculos, donde “un invitado” siempre será un desconocido,
aunque sea “muy conocido”.
Desde el principio, la obra nos deja ver su
condición de no querer decir nada porque, seguramente, no haya nada que decir
en un futuro como ese. Apoyando esta idea, el concepto sonoro se propone
artificial: música y voz arrojan cables para que los espectadores se sujeten y
eviten zozobrar en el teatro de estas inquietas aguas rojas. Sin embargo, el
extrañamiento dura poco. La entrevista ha terminado sin comenzar. Al parecer
este futuro es insostenible. A partir de ahora, voz natural y música (aún
artificial, pero más andina que techno) estarán rotas. Estamos en un plano
diferente al anterior. Aquí al natural, los hombres se reconocen perros. Esta
canina imagen está más cercana al universo de Oswaldo Dragún que al apodo del
griego Diógenes.
Así, la propuesta de dramaturgia fragmentada, elige un deux ex machina para resolver los problemas planteados antes. Dicha solución es la única presencia femenina en el relato: “la” muerte que viene a bailar con ellos, afirmando los principios estéticos y de búsqueda del proyecto Pucayacu, interesado en atravesar el horror del desborde carnavalesco. Deben considerarse, claro que sí, la integración del signo lumínico de la obertura, cuya lúdica no genera relato. Además, que el título es superado por la condición alegórica del destino de la humanidad peruana ¿O es un guiño al nombre del grupo de quince violadores españoles que trasmitieron en vivo su vileza contra una mujer hace algunos años?
Así, la propuesta de dramaturgia fragmentada, elige un deux ex machina para resolver los problemas planteados antes. Dicha solución es la única presencia femenina en el relato: “la” muerte que viene a bailar con ellos, afirmando los principios estéticos y de búsqueda del proyecto Pucayacu, interesado en atravesar el horror del desborde carnavalesco. Deben considerarse, claro que sí, la integración del signo lumínico de la obertura, cuya lúdica no genera relato. Además, que el título es superado por la condición alegórica del destino de la humanidad peruana ¿O es un guiño al nombre del grupo de quince violadores españoles que trasmitieron en vivo su vileza contra una mujer hace algunos años?
“La
cautiva” – Teatrando (Arequipa)
La obra, cuya raíz es el texto de Luis
Alberto León, pertenece a la tradición de obras que se suelen llamar
aristotélicas, donde la noción de acción dramática, es el motor y motivo de
todo, incluyendo la cadena de imágenes y pasajes a terrenos fantásticos. La
obra, popular por ser emblema del festival Sala de Parto en Lima, se enfrenta a
un tiempo maldito en el que, ni la muerte, encuentra descanso.
"La cautiva", obra de Luis Alberto León |
Seguramente esta puesta encuentre su
madurez identificando la violencia con que lo fantástico invade lo real, cómo
se contaminan mutuamente y decidir si los genitales, ícono fálico del machismo
opresor, deben mostrarse siempre, sobre todo en la secuencia de violación que
anuncia el punto climático de esta tortura por la que pasó el país.
MARTES
26: Jornada del parche
“Pimpirimpin”
/ “Raquel y el Yacuruna” – Muchik (Yurimaguas)
El trabajo de Luis Alberto Sánchez ha sido
en la jornada, la del oficio al servicio del espectador. Dispuso, frente a las
ausencias de otros colectivos programados, dos de sus obras (tampoco
programadas en la cartelera de esta Muestra) para subsanar esos vacíos.
El primero en la matiné buscó el encuentro con el público familiar a través de sus títeres “Pimpirimpin”. Una lúdica reflexión con aroma noventero. Es refrescante contemplar que una típica estructura de la dramaturgia de animación, se ocupe del virus del cólera, un fantasma que, al trinomio: gobierno de Alan García, ingreso de Fujimori y Guerra interna, se sumó a nuestra paranoia cotidiana. Muchik sabe del tema pues los noventa inician su historia. Podemos decir, entonces, que el grupo es millenial.
Quizá su irreverencia tenga que ver con esto. Tengamos en cuenta que la última década del siglo pasado plantea un escenario social que inaugura la caída del muro, la disolución de la URSS, la conquista del sistema neoliberal y del hombre unidimensional, que Marcuse presagiaba décadas atrás, y cuya cara más popular tomó el nombre de globalización. Esto influye y modifica las lógicas de producción y reproducción teatrales del mundo.
Todo esto lo sabe Luis Alberto, homónimo del aprista intelectual que prologara la primera edición de “La casa de cartón” de Martín Adán (la misma edición que epilogara J. C. Mariátegui). Este Sánchez, el nuestro, el teatrero, sale a escena sabiendo que lo suyo es enfrentarse al espectador en su condición de “público” en contraposición a las lógicas de “lo privado” que este canibalismo neoliberal propone.
El primero en la matiné buscó el encuentro con el público familiar a través de sus títeres “Pimpirimpin”. Una lúdica reflexión con aroma noventero. Es refrescante contemplar que una típica estructura de la dramaturgia de animación, se ocupe del virus del cólera, un fantasma que, al trinomio: gobierno de Alan García, ingreso de Fujimori y Guerra interna, se sumó a nuestra paranoia cotidiana. Muchik sabe del tema pues los noventa inician su historia. Podemos decir, entonces, que el grupo es millenial.
Quizá su irreverencia tenga que ver con esto. Tengamos en cuenta que la última década del siglo pasado plantea un escenario social que inaugura la caída del muro, la disolución de la URSS, la conquista del sistema neoliberal y del hombre unidimensional, que Marcuse presagiaba décadas atrás, y cuya cara más popular tomó el nombre de globalización. Esto influye y modifica las lógicas de producción y reproducción teatrales del mundo.
Todo esto lo sabe Luis Alberto, homónimo del aprista intelectual que prologara la primera edición de “La casa de cartón” de Martín Adán (la misma edición que epilogara J. C. Mariátegui). Este Sánchez, el nuestro, el teatrero, sale a escena sabiendo que lo suyo es enfrentarse al espectador en su condición de “público” en contraposición a las lógicas de “lo privado” que este canibalismo neoliberal propone.
En “Raquel y el Yacuruna”, observamos lo
expuesto párrafos arriba. Esta vez el escenario se modifica a propósito del uso
visto la noche anterior en otra obra. La mirada sobre esta disposición juega
con el apetito lúdico de quien vio algo y decide incorporarlo a su propuesta,
pero no es lo único. Su relato invoca espectadores activos y partícipes al
punto de sumarlos a escena, dirigirlos y transformarlos. ¿De qué trató la obra?
No recuerdo, solo sé que Raquel era uno de sus personajes perdidos y éste
hombre de teatro la encontró en la función. Si pensamos en una aproximación estética
para Muchik sería la hibridación, el mestizaje noventero que nada tiene que ver
con la new age.
Pensemos que este demiurgo parece componer un estilo que juega con el stand up criollo –achorado- en una plaza, una propuesta que, quizá, ha nacido en las Muestras Nacionales porque podemos encontrarla también en el trabajo de su coetáneo tacneño Edgar Pérez Bedregal del grupo Rayku. Queda la urgente pregunta de por qué no podemos disfrutar las obras programadas y tenemos que sacar cartas bajo la manga, aunque dichas cartas sean, como en este caso, ases.
Pensemos que este demiurgo parece componer un estilo que juega con el stand up criollo –achorado- en una plaza, una propuesta que, quizá, ha nacido en las Muestras Nacionales porque podemos encontrarla también en el trabajo de su coetáneo tacneño Edgar Pérez Bedregal del grupo Rayku. Queda la urgente pregunta de por qué no podemos disfrutar las obras programadas y tenemos que sacar cartas bajo la manga, aunque dichas cartas sean, como en este caso, ases.
“Un
amor otoñal” - Life Agencia Audiovisual (Chimbote)
Sebastián Salazar Bondy (SSB) es uno de los
promotores y padres del teatro peruano contemporáneo. Su producción fue
interrumpida por una muerte temprana. Pero, casi anticipándose a las
condiciones de multiplicación temática, que ya comenzaba a asomar en su tiempo,
su mirada estuvo puesta siempre en la idiosincrasia limeña, esa arcadia
colonial por la cual “Lima es horrible” y que, en sus llamados “juguetes
teatrales” (obras breves), juega con la estructura de comedia de situaciones
entorno a la apariencia y la confusión. Esto, en el plano de la expectación,
produce un tercer discurso frente a la incomunicación de los personajes. En la
propuesta de Life notamos un cuarto discurso, (no solo en la obra de la Bondy)
que es el de los cuerpos en escena a la deriva de los textos dichos como única
lógica verosímil, pero quedan fuera de la perspectiva las convenciones
espaciales, la rítmica actoral, la idea vestuario y los diseños técnicos de luz
y sonido.
Las integraciones de estos elementos deberán sostenerse, si acaso el grupo desea que su propuesta evolucione, en el material actoral (cuyas edades y modos interpretativos construyen verosímiles) que reclaman nuevas miradas para la idiosincrasia peruana de hoy. Quizá con eso puedan encontrar mejores pautas para lograr los finales de ambas obras. Cierres que no se llegan a concretar aún.
Las integraciones de estos elementos deberán sostenerse, si acaso el grupo desea que su propuesta evolucione, en el material actoral (cuyas edades y modos interpretativos construyen verosímiles) que reclaman nuevas miradas para la idiosincrasia peruana de hoy. Quizá con eso puedan encontrar mejores pautas para lograr los finales de ambas obras. Cierres que no se llegan a concretar aún.
La suerte ha hecho que tengamos a SSB como
parte de este díptico invitado en la Muestra cuyo nombre, en esta edición, es
Sara Joffré. Es interesante reflexionar
sobre la condición de invitados, que en este caso fue la de los jóvenes talleristas
de Life - Agencia Audiovisual. Dicha condición, encendió la mirada crítica
de los participantes elegidos mediante el debido proceso de las Muestras
regionales y demás. Lo inquietante es indagar sobre aquello que indignó a los
colegas ¿Fue la juventud? (Era evidente que se trababa de muchachos iniciantes)
o acaso molestó ¿Qué la obra haya tenido problemas técnicos? Me llamó mucho la
atención el ensañamiento con “el nuevo” que se equivoca. El alumno, el “sin
luz”. Observo esta senda cuyo paralelo
es la reverencia hacia el experimentado que repite la misma obra hace décadas.
MIÉRCOLES
27 – Largo viaje de un día hacia la tras noche
“El zorro y sus amigos” – Killa Producciones
(Lima)
Vemos el primer espectáculo oficial de
teatro de animación. Digo el primer oficial en esta Muestra, es decir,
programado previamente y cumpliendo los pasos previos que llevan a la Muestra Nacional.
El acierto de la propuesta de “Killa
producciones” radica en la limpieza de los elementos convocados para su relato.
Desde la obertura que se sirve de técnicas de la narración oral, pasando por los
tiempos de presentación de los personajes, hasta las diferentes valoraciones de
los títeres y efectos, dejándonos claro cuando se “marionetiza” y cuando es
efecto escenográfico.
Luna
Espinoza y Dennis Gutarra nos confirman un nivel de oficio que permite no solo
mantener atento a su público, sino también al que no lo es y que, en afán de
juego, daba respuestas que no aportaban al relato. Los creadores y
ejecutantes, incorporando estas participaciones, movían su obra, que superó la
distancia entre escenario y espectadores a pesar de las discretas dimensiones
de los títeres. Este logro se debe a un limpio y diferenciado manejo de la voz,
propio de los oficiantes del teatro de animación. La voz como recurso expresivo, que con este precedente, debe ser
considerada una asignatura pendiente para muchas de las obras vistas en esta
Muestra Nacional. Queda preguntarnos cuál es el motivo real
que lleva a muchas propuestas a la verificación moral de cierre. Esa pregunta
bien intencionada que cree en la utilidad del teatro como extensión de la
educación.
“Muñequitas”
– Gallito de papel (Arequipa)
Seguramente “Muñequitas” sea el espectáculo
con mayor impacto visual en esta edición. La presencia del Drag Queen en las Muestras Nacionales no es nueva. El más cercano antecesor
es “La revolución” de Isaac Chocrón. Aquella versión del grupo Espacio Libre
llegó a la Muestra de Arequipa 2000 y reunía a dos personajes de la comunidad
teatral: Diego La Hoz y Bruno Ortiz, conocedores del under limeño en donde los espectáculos de este subgénero cultivaron
su estética.
La misma que, apoyándose en el travestismo
y la sátira, boicotea las normas sociales (de género principalmente). El drag queen ha estado presente en nuestro
imaginario gracias a la mediatización de personajes como Coco Marusix, Naamin
Timoyco y la Chola Chabuca. No quiero
dejar de mencionar a Juan Carlos Ferrando, quien además de participar de la
organización de un circuito para el drag,
también se encargaba de su registro. Una suerte de memoria del under de la cultura del closet.
Sin embargo, hoy no estamos en una cultura del closet. Aunque aún hay sectores imbéciles, hoy se goza de mayor apertura a estos espectáculos. Quizá amparados en el éxito de programas como Ru Paul o películas como “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto”, “Torch song trilogy”, “La jaula de las locas” y “Pink Flamingos” de mi admirado John Waters. Con esta base, Gallito de papel presenta su “Muñequitas”, jugando con los elementos clásicos de drag queen construye una dramaturgia de collage, fragmentos de otras historias conectadas por los infaltables números de fono-mímica apuntando al relato de una feminidad en la que lo materno, ocupa un lugar inquietante. El eco de un dicho popular: “Quiero que tú puedas porque yo no pude”.
Sin embargo, hoy no estamos en una cultura del closet. Aunque aún hay sectores imbéciles, hoy se goza de mayor apertura a estos espectáculos. Quizá amparados en el éxito de programas como Ru Paul o películas como “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto”, “Torch song trilogy”, “La jaula de las locas” y “Pink Flamingos” de mi admirado John Waters. Con esta base, Gallito de papel presenta su “Muñequitas”, jugando con los elementos clásicos de drag queen construye una dramaturgia de collage, fragmentos de otras historias conectadas por los infaltables números de fono-mímica apuntando al relato de una feminidad en la que lo materno, ocupa un lugar inquietante. El eco de un dicho popular: “Quiero que tú puedas porque yo no pude”.
Gallito de papel logra lo que busca:
entretener, es decir, “tener entre” las fisuras de la atención. Destacan dentro
de los fragmentos elegidos por el director Alexander Silva, las escenas de
“Mal-criadas” de Diego La Hoz y Gonzalo Rodríguez Risco, una versión libre de
Las criadas de Genet. A pesar de estos aciertos, el grupo deberá considerar los
siguientes detalles: unificar, ensuciando o limpiando, las voces en off del
juego de las muñecas; revisar su diseño fono-mímico para atender el nivel del
volumen necesario; conocer los tiempos de la voz y decidirse por un labial que
contraste para ver el dibujo del decir.
El recurso de sonorizar en escena también debe profundizarse a fin de elegir los materiales equivalentes sonoramente y cuya presencia sea inmersiva. Este recurso caleidoscópico de manipulación me hizo pensar que quien juega con estas “muñequitas” es el niño–muñeco que sonoriza. Una especie de marioneta que al igual que el Pinocho de Collodi, “quiere ser de verdad”. Me gusta creer que este recurso, se esconde el decir del grupo por la diversidad postergada desde la niñez.
El recurso de sonorizar en escena también debe profundizarse a fin de elegir los materiales equivalentes sonoramente y cuya presencia sea inmersiva. Este recurso caleidoscópico de manipulación me hizo pensar que quien juega con estas “muñequitas” es el niño–muñeco que sonoriza. Una especie de marioneta que al igual que el Pinocho de Collodi, “quiere ser de verdad”. Me gusta creer que este recurso, se esconde el decir del grupo por la diversidad postergada desde la niñez.
“Femenino
plural” – Illari (Huaraz)
La obra, cuya autoría le pertenece a la
española Mayra Fernández, escrita en la primera década de los dosmiles, tiene
una estructura de diálogos y monólogos diseñada para dos actrices que
organizarán las escenas referidas al universo de mujeres (ojo, no femenino como
acusa el título, pues este concepto no es exclusivo del cuerpo mujer como
pudimos ver en la obra anterior).
La ficha técnica señala un elenco de dos actrices, pero en la puesta vimos más. La propuesta de Illari reclama una mirada distinta a las demás obras participantes en esta fiesta nacional, ya que en su calidad de locales han tenido ventaja para conocer las condiciones del teatro donde se daría la función previamente. Sin embargo, esto no se aprovechó. El telón de fondo negro aplana la presencia actoral cuyo vestuario es del mismo color y los cubos blancos no se dieron abasto para este fin.
La ficha técnica señala un elenco de dos actrices, pero en la puesta vimos más. La propuesta de Illari reclama una mirada distinta a las demás obras participantes en esta fiesta nacional, ya que en su calidad de locales han tenido ventaja para conocer las condiciones del teatro donde se daría la función previamente. Sin embargo, esto no se aprovechó. El telón de fondo negro aplana la presencia actoral cuyo vestuario es del mismo color y los cubos blancos no se dieron abasto para este fin.
La obra de Fernández articula un verosímil
sostenido en el tópico de un programa radial en donde, llamada tras llamada,
ingresamos a las particulares historias que transcurren en escena. Desde la
adicción a los zapatos hasta la ausencia del compañero. El problema de la radio
es el sonido. Me refiero a su ocupación en términos ontológicos y no a los
agujeros en la voz de las intérpretes. Sobre esto, pensemos en la tradición de
locución peruana que, en décadas anteriores, cotizaba por encima de otros
países de América latina.
Claro, hoy con el favor del ASMR, las voces menos favorecidas nos hablan en la emisora nacional. Quizá por ello, haya caído la radio de locutor en nuestro país. Tengo la esperanza de que, al menos en el teatro, la voz radial -la locución- sea la justa forma de interrumpir el silencio. Pero esta esperanza es culpa mía, no me haga mucho caso.
Volvamos al problema de la radio en la cultura actual de la imagen. Las emisoras en internet o señal abierta tienen hoy transmisión con imágenes en modo TV. Pocas cosas aburren tanto. La solución a esto son los podscast. En escena, este problema se instala en la pregunta ¿Cómo ver algo que no tiene imagen visual activa sino evocativa? Illari resuelve esto con poca fortuna, aplicando el recurso de “dramatizar lo enunciado” en cada oportunidad. Esto resta ritmo a la puesta y no se sumerge en la problemática que plantea el título. Una problemática vigente y plural.
Claro, hoy con el favor del ASMR, las voces menos favorecidas nos hablan en la emisora nacional. Quizá por ello, haya caído la radio de locutor en nuestro país. Tengo la esperanza de que, al menos en el teatro, la voz radial -la locución- sea la justa forma de interrumpir el silencio. Pero esta esperanza es culpa mía, no me haga mucho caso.
Volvamos al problema de la radio en la cultura actual de la imagen. Las emisoras en internet o señal abierta tienen hoy transmisión con imágenes en modo TV. Pocas cosas aburren tanto. La solución a esto son los podscast. En escena, este problema se instala en la pregunta ¿Cómo ver algo que no tiene imagen visual activa sino evocativa? Illari resuelve esto con poca fortuna, aplicando el recurso de “dramatizar lo enunciado” en cada oportunidad. Esto resta ritmo a la puesta y no se sumerge en la problemática que plantea el título. Una problemática vigente y plural.
Con la pesadez de tener al público cansado,
y en horario difícil, el grupo Itana presentó su espectáculo Hatari. Afortunadamente,
con el respeto y prudencia de defender la propuesta sin caer en la
desesperación de querer atrapar la atención del espectador. La incorporación de
público a escena configura parte de su diseño y no es angustia. La obra recorre
atmosferas de ritualidad ancestral y sátira política muy diferenciada, casi
disímil. Las figuras, aquí, ganan al fondo. Quizá, la mirada en nuestra
aberrante esfera de lo real nos obliga a proponer un orden en el que, la
personificación, nos mueve hacia una idea de causas frente a las consecuencias
de las problemáticas nacionales, más aún, en esas zonas del país que el foco de
la burguesía del espectáculo, desconoce.
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